Folio N° 19: Delitos ocultos

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Nuestro alrededor se resume en policías ocupados, inspectores tecleando acelerados en sus computadoras... Estarán trabajando en los documentos del juicio.

Guiamos nuestros pasos hasta cerca de una puerta, que pone en el letrero "Despachos de Jefes".

— ¡Francisco Yuste! ¡Qué de tiempo! —un inspector abandona su trabajo, jubiloso ante la presencia del ya nombrado. Nos detenemos para atenderlo— ¿Qué lo trae por aquí?

— De ser posible, interrogar al criminal más reciente de aquí —responde—. Tienen mi permiso para hablar con Vidsew. ¿Está?

— P-pero Fiscal, no entiendo por qué dejaría hablar con Vidsew a esas damas, sin mencionar que una de ellas es abo... —no completa su oración por la seria mirada de Francisco— ¡C-claro, son bienvenidas!

Eh... Él está desocupado ahora mismo. Pueden pasar... Con permiso —vuelve a sus tareas.

Francisco parece irse a otro sitio.

— ¿No... vienes con nosotras?

— Iré a interrogarlo. Crucen esa puerta, el pasillo todo al frente y encontrarán la puerta que da al despacho de Vidsew —nos da estas indicaciones con gestos—. Yo no creo tardar tanto. Las buscaré en cuanto termine.

— Oh bueno... Suerte —son las palabras adecuadas al contexto.

Él me sonríe y se dispone a retirarse. Pero no sin antes acercarse a mí.

— Tienes mi teléfono, ¿verdad? Ahí está la prueba.

— No tienes por qué preocuparte. Aquí lo tengo —se lo muestro asegurando mi afirmación.

— Perfecto. Ya me voy —iba a hacer un gesto cariñoso de despedida hacia mí, pero él mismo se detiene—. Espero que consigan suficiente información —se aleja de nosotras sin vernos la cara.

Mientras tanto, entramos a la puerta.

El pasillo tiene puertas laterales de madera y es algo largo. Las paredes están tapizadas con amarillo claro y el piso es de pilar.

— Pobre Francisco —dice Destiny, afligiéndose—. Aún... te ama. Y difícilmente... lo harás con él... ¿Verdad?

Detengo mis pasos, pensando en eso con la vista en el suelo.

— ¿Qué piensas?

Resoplo tratando de procesar mis pensamientos para expresarlos verbalmente.

— ¿Sabes? Si... tuviera que buscar a alguien más para hacerme feliz, estaría cien por ciento segura... de que no hallaría a nadie mejor que él.

Sí, es cierto. Francisco era mi esperanza de ser feliz, de al fin salir de la soledad que me tenía atrapada día a día.

— Pero, a pesar de que mi corazón me haya incitado a que lo desee en mi vida y volvamos a empezar, obviando el daño hecho, yo no puedo permitírmelo.

— Entonces... ¿aún... lo...?

— Me preguntaste qué pienso, no qué siento —rebato su pregunta antes de que la complete—. Solo siento... que únicamente tengo que aceptar su ayuda con el caso.

Cuando tenga tiempo, reafirmaré mis verdaderos sentimientos.

— Bueno —suspira—, vamos —pasa su brazo por encima de mi hombro y caminamos juntas hasta la puerta indicada por Francisco. Le deseo mucha suerte con el interrogatorio.

Narra Francisco

Estoy consciente de que no está lista. La dejaré en paz y me concentraré en el encarcelado al cual espero en el Centro de Detención.

Acta del Veredicto (EN PAUSA TEMPORALMENTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora