Desenlace

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Tribunal Supremo, 07 de agosto, 13:09

Salgo de la sala y veo a Destiny sentada.

—Oye—me acerco a ella—, ¿estás bien?

— Tú... ¿Eres...?

—Valery Girers, tu mejor amiga... y abogada.

Se abalanza sobre mí para abrazarme y llora. Y yo... pues para hacerme la fuerte, contengo mis lágrimas.

—Valery... perdóname—solloza—. No quería dejar de hablarte, pero por todo lo que pasé, yo...

—Tranquila. Comprendo lo dura que fue tu situación. Necesitaste tiempo para recuperarte.

—Necesitaba que ESE HOMBRE fuera a la cárcel, de una vez por todas—gime.

—Ya tu sufrimiento acabó—la ayudo a levantarse.

Empezamos a caminar hacia la salida.

—Tenemos mil cosas de las qué hablar. Primero, ¡estuviste genial allá adentro, Valery! ¡Eres muy inteligente y valiente!

—Muchas gracias.

— ¡Ey! ¿Ese no es el Fiscal? —señala a Arturo.

Corro hacia él.

— ¡Fiscal Boldini!—lo llamo y voltea a verme.

— ¿Qué desea?

— ¿Qué va a hacer... ahora?

—Iré a un comité de investigación, aquí y en Francia, por acechar contra un ciudadano.

—Entiendo. Aunque... yo creo que lo hizo por el bien de muchos.

—Sabe que no lo hice solo.

Destiny se nos une.

— ¡Fiscal! Solo quería... darle las gracias. Por haberme protegido, y haber protegido a mi madre.

—En realidad, ella fue quien lo propuso. No obstante, Suárez no se creyó que usted era otra persona.

— ¿Por qué? —pregunta.

—De creérselo, no hubiese salido herida.

—Oh—suspira.

—Lamentamos muchísimo lo que le pasó—le digo a Arturo.

Mira al suelo.

—Bueno, tengo que retirarme. Tal vez no vuelva en mucho tiempo, pero espero enfrentarla de nuevo, Valery Girers.

—Fue suerte que usted ganase—lo reto.

—No, no lo fue. Christopher Suárez siempre fue el culpable—sale del tribunal, al igual que nosotras.

Vemos que se monta en su carro y se va.

— ¿Y bien? ¿Ahora qué? —le pregunto a Destiny mientras caminamos—No me digas que tendremos que caminar hasta tu casa.

— ¿De qué hablas, Valery? Yo no soportaría algo como eso. Iremos... ¡en mi carro! ¡Es un Chevrolet azul eléctrico! ¿Te gusta?

Me quedo admirada. Es muy lindo. 

— ¿Tienes permiso para conducir? —comento en broma.

Entra a su carro y me abre la puerta, que está junto al asiento del copiloto. Me siento y la cierro.

—Cuando cumplí 18 años, querida—pone las llaves en el contacto—. Me costó menos de 500 dólares.

Contemplo todo lo que tiene el carro.

Acta del Veredicto (EN PAUSA TEMPORALMENTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora