Incidente Fiscal. Comienzos

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Narra Valery

Llevo tan solo ocho meses ejerciendo como abogada y contadora. Empecé con apenas trece años a estudiar, y me gustaría saber el motivo por el que fui a la universidad a una temprana edad. Sólo sé que mi tía, residente de Londres, Inglaterra, ha sido la encargada de llevar los gastos de mis estudios. El resto de mi familia es un misterio.

Hablando de la Contabilidad, es mi pasatiempo, mas no es el centro de mi trabajo; simplemente me gusta registrar todas las operaciones que realizo con mi tarjeta y dinero. Ser organizada, en resumen.

Ahora mismo estoy en mi oficina, sentada junto a mi escritorio esperando alguna solicitud de defensa. Los rayos traspasan la ventana terminan de aclarar mi cabello castaño y de cegar mis ojos, molestándome. pero lo que más me molesta es que todo ha estado demasiado aburrido desde la última vez que me llamaron. Unos cuatro meses, más o menos.

Ya que se acerca a la hora del almuerzo, veré qué pido a domicilio de mi restaurante favorito.

Escucho la señal de llamada y luego contestan.

— ¿Banquete de Rita? ¿En qué podemos servirle? —contestan.

— Así no se saluda, Rita —respondo entre risas.

Rita Cawser es una de mis pocas amigas que se prepara hace un buen tiempo para ser chef, y fundó su propio restaurante hace unos meses. Es un año más que yo, que cumpliré 19 años este mes.

— ¡Ah! ¡Valery! —dice alegre— Un año sin vernos la cara, ¿eh?

— Ajá. ¿Qué hay de nuevo en tu menú?

— Mmm... Veamos ... Como eres la primera estudiante en llamarme, luego de una eternidad, tengo disponibles unas cuantas hamburguesas de cordero aún calientes. Voy enseguida para allá para que almorcemos juntas, ¿sí?

— Suena bien —respondo con una sonrisa que sé que ella no ve—. Te espero.

— ¡Llegaré como un rayo! —avisa emocionada y cuelga.

Me siento feliz de haber hablado con ella, así fuera por poco tiempo. Ya tengo mi página mental sobre los mil temas de los que quiero que conversemos.

No obstante, Destiny está en el primer lugar de mis amistades. Desde la infancia hemos sido las mejores amigas; creo que "hermanas" es un mejor término. Dos años mayor, dos personas muy unidas, y dos milenios sin saber de ella. Me duele el alma entera con cada intento de llamarla, pues nada que contesta. Cinco años inactiva en mis contactos.

Rita es como un reflejo de ella; de ahí mi pequeña pero poderosa felicidad.

Luego de unos diez minutos con recuerdos paseando por mi mente, escucho el repicar de mi teléfono.

— Valery Girers.

— ¡B-buenas tardes! —dice un hombre desesperado— ¡¿Ee-es usted Valery Girers ?!

—Eeeh... sí —la pregunta me desconcierta—. Se lo acabo de decir.

—N-necesito que, p-por favor, me atienda en el Centro de DD-Detención —el chirrido de los dientes desestabiliza la claridad del mensaje.

— ¿Es urgente?

— ¡Venga, por favor! —corta la llamada.

No quiero posponer el almuerzo, pero tampoco ignorar a ese hombre. Sonaba muy agobiado. Iré a hacer una visita rápida y luego regreso; lo bueno es que no es tan lejos.

Salgo de la oficina y camino hasta el Centro de Detención. Cuando llego, voy al cuarto donde se supone que está la víctima de tanta desesperación. Me siento en la única silla giratoria que hay de mi lado, puesto que un gran cristal separaba el cuarto en dos partes.

Poco tiempo después entra un hombre acompañado de un guardia. Parecía tener unos cuarenta y tantos años. Se notaba decaído.

— Buenas tardes —digo con una sonrisa—. ¿En qué puedo ayudar?

—Eh... yo...

—No se asuste —esbozo una pequeña risa para aligerar el pesado ambiente y él, a su vez, levanta la cabeza—. ¿Cuál es su nombre?

— C-Christopher Suárez, pero todos me dicen Chris —me responde penoso.

— Muy bien, Sr. Suárez, ¿tiene algún problema?

— Bueno —hace una breve pausa para así comenzar a hablar—... Yo trabajaba como secretario de la Srta. Rochelle Boldini, Fiscal General del Distrito, mi superior. Me arrestaron por secuestrarla y extorsionarla.

— ¿Y... ya? —pregunto totalmente extrañada. Es que lo estoy.

— El resto está en sus manos. Busque pistas y me informa cualquier novedad —dice con un tono tranquilo y arrogante, como si fuera un presidente que supuestamente lo tiene todo y se lo presume a los demás.

¿Cómo cambió repentinamente de... ánimo? Esto jamás me ha pasado.

—Pero, Sr. Suárez, necesito más información para poder ayudar.

— Ahí la tiene —abre sus brazos y los cruza por detrás de su cabeza.

— ¿Eh?

— Hágase la coqueta con algún policía. Podría ayudar —la picardía que él dibuja en su sonrisa es incómoda. Pero poco a poco empiezo a enojarme. Este sujeto no colabora, ¡ni un poco! Desde el momento en que llegué aquí, ¡debería haberme contado ABSOLUTAMENTE todo!

— ¡Oh! ¡Ya sé! Puede persuadir a "ese" Fiscal que tanto le ha "agradado" para que colabore —arquea una ceja.

—Sr. Suárez, si tanto desea ser absuelto de sus posibles crímenes, colabore USTED conmigo —lo señalo ya más molesta. No digo muy molesta para evitar problemas.

—Srta. Girers, ¿no le han enseñado a ser respetuosa con los mayores? —dice burlón— Sabe que señala cuando, tres dedos la señalan a usted, ¿verdad?

— Respéteme primero.

— Como quiera. Usted es solo una delicada mujer —suspira y gira al silla para darme la espalda.

Ya veo que no quiere hablar. De ninguna manera lo voy a convencer.

—Iré a investigar. Vuelvo dentro de unas horas —me levanto de la silla.

—Antes de las 2:30 pm, a ser posible.

Me quedo quieta por unos segundos viéndolo y luego salgo del cuarto. Solo voy a investigar, primero, porque quiero y necesito saber qué pasó, y segundo, para no tener que escuchar sus "maravillosas" palabras.

 Solo voy a investigar, primero, porque quiero y necesito saber qué pasó, y segundo, para no tener que escuchar sus "maravillosas" palabras

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Acta del Veredicto (EN PAUSA TEMPORALMENTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora