capítulo XXXVI

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OH, LA VUELTA AL DISTRITO 1 DESPUÉS DE LOS JUEGO 70 fue un auténtico infierno, me regocijaba en mi miseria, pues no paraba de repetirme que había fallado de la peor manera. Alardeando ante miles de personas que traería un nuevo vencedor para mi distrito, ni siquiera pude soportar los jactes de victoria que Finnick se daría seguramente en la coronación de la mansión presidencial, así que me había ido a primera hora en un tren de vuelta al 1, Augustus se quedó en representación de buena fe.

Soy de las personas que dicen que lo arrepentimientos no son válidos, pero sólo podía hacer eso mientras iba de vuelta en ese tren...

— ¿Qué carajos haces con eso?

A Katnniss se le cayó de las manos el diario y el corazón se le sobresaltó en cuanto escuchó la voz de Malvina algo ronca, la castaña se mostró sobresaltada y la pelinegra elevó una de sus cejas con hosquedad al entrar en su cuarto y cerrar la puerta. Podía sentirse la tensión entre ambas.

Los violáceos ojos de la pelinegra viajaron hasta el cuadernillo en el suelo y caminó con una mirada desinteresada hasta tomarlo y hojearlo, descubriendo un separador.

— Con que has sido tú quien ha venido a desordenar mis cosas estos días, para buscar... ¿Esto?

Katnniss se relamió los labios y se cruzó de brazo — Sólo lo encontré cuando vine a buscarte.

Malvina rio sin gracia — ¿Y me vienes a buscar todos los días? Dios, tú habilidad para mentir es tan deplorable como los sueños rosados de Finnick. Joder y aún me pregunto cómo Snow no te mató antes.

— No me gusta mentir, digo las cosas de frente.

— En mi experiencia, las mentiras son necesarias.

La pelinegra le lanzó el cuadernillo y Katnniss lo atrapó con desconcierto, no entendía porque se lo estaba dando. La conocía desde hace unos meses personalmente, básicamente lo que llevaban en el Distrito 13; y sí había algo que Malvina custodiara más que nada era su privacidad. Sus secretos.

Katnniss estaba segura que en ese diario había más de una cosa que podría hacerla cómplice directa con el Capitolio. La enviaría directo a una sentencia de muerte, y en el 13, más de una persona la quería muerta.

— No encontrarás nada bueno ahí... Sólo una deprimente escritura que debería quemar — Aseguró la pelinegra cepillando su cabello con una peineta metálica frente al espejo sin mucha emoción.

Malvina notó que Katnniss aún la miraba y rodó los ojos — Di lo que quieras ya.

— ¿Por qué me confías esto? ¿Sabes lo que podría pasarte sí esto llega a manos de Coin?

— ¿Y sabes lo que te pasará a ti sí se lo das o dices algo? — Malvina sonrió irónica — Literalmente serás la chica en llamas, pero voy a dejarte como el carbón de tú distrito... Ah, perdona, es cierto, ya no existe.

KNOCKING ON HEAVENS DOOR¹ ─── GlossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora