capítulo XXXI

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— ESTOY ORGULLOSO DE TI.

Eran palabras por las que Gribbs había luchado día y noche, entrenando hasta matarse, sacándose heridas que no dolían tanto como el no ver en los ojos de su padre la satisfacción que deseaba. Nunca era suficiente, por eso no era extraño para él sentir ese odio emergente en su pecho junto a la rabia al ver como Neón abrazaba con fuerza a Gloss Gummer, más con la que nunca lo había abrazado a él, ni siquiera de niño.

— Espera un momento — Escuchó a Neón palmeando su hombro y riendo nostálgico al sacar un anillo de su chaqueta, uno que Gribbs reconocía bien, pues siempre lo había deseado mientras crecía — Sé que no es tu primera vez yendo al Capitolio como mentor, pero me dio suerte en mis juegos, me dio suerte contigo. Tómalo.

Gloss negó incrédulo, pero se podía denotar la emoción bañando sus orbes azulado.

— No. No puedo aceptarlo, Neón. Es tuyo y debería ser tuyo.

— Cómo si ellos fueran a ir a los juegos — Se burló — Gribbs aún se la pasa leyendo en su habitación y Malvina dudo que lo haga, necesitaría darle un buen motivo. Nacieron teniéndolo todo, no sienten esa necesidad de aspirar por más como tú o yo.

Esas palabras le hirieron el espíritu a su hijo, pero sobre todo el orgullo. Fue como una traición viendo desde la paternidad para Gribbs, se había sentido avergonzado en esa palestra solitaria donde la mayoría ya se había ido.

— Tómalo muchacho.

Gloss los miró fijamente y elevó sus brazos tomándolo — Ya, pero voy a devolvértelo. ¿Eh?

—No lo soltarás tan fácil te conozco.

— Mejor que a tu propio hijo evidentemente — Gribbs no aguantó más para salir, borrándoles la sonrisa a ambos vencedores, Gloss quitó la sonrisa y apretó ligeramente sus labios, sabía que el primogénito de Neón no le tenía mucho aprecio desde que su padre mostró más interés por él.

— Creo que debo de irme, Neón.

Neón bufó mirando con seriedad a Gribbs — Sí. Hijo, creo que estas bastante grande para estos melodramas.

— ¿Dramas? No, padre. Lo digo porque ese anillo no lo merece. Dijiste que sería para mí o para Malvina.

Neón frunció su ceño con molestia viendo como su hijo se le acercaba peligrosamente, eran centímetros, pero por poco su hijo lo podía rebasar en tamaño — ¿Y tú que has hecho para merecértelo? ¡Nada! Gloss fue a los juegos y Gloss venció. ¡Tú no!

Sí, Neón Byrne tenía sueños frustrados como todos, y entre ellos estaba el de no ver a sus hijos convertidos en vencedores y formar un legado.

Gribbs tragó saliva — Nunca me diste la oportunidad.

KNOCKING ON HEAVENS DOOR¹ ─── GlossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora