Capitulo 37

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Suspire. Nos tenían rodeados. Pero ¿Quién eran esas personas? 

—No des un paso más _______. —la voz de Ryan me sorprendió. Asentí.

El si camino y me rebaso. Una Tahoe negro se estaciono frente las escaleras, McCann bajo de ella. 

— ¿Qué mier*da haces tú aquí, McCann? —Ettore pregunto a mis espaldas 

—Vengo por ustedes, los llevare a mi casa de seguridad en San Diego. Matteo Vittori está por llegar. Solo Angelique está enterada de esto y se ha ido a Roma. Pero solo yo se que se fue a esa ciudad; tu madre, Justin, se ha ido con ella. Tus hermanos, sin embargo, se encuentran ya en San Diego

— ¡¿Qué?! —Grito Justin — ¿Por qué no se han ido con mi madre? 

—Si surge un problema más grave, nosotros los cuidaremos mejor que tu indefensa madre. —Jason frunció el seño, molesto por el interrogatorio. 

—Las personas que nos apuntan ¿Quiénes son? —pregunte comenzando a descender por los escalones.

—Son mi gente —Jason se acerco a mí. Cuando estuve en el último escalón, paso sus brazos por mi cintura para abrazarme —. Te protegeré de Matteo, lo juro. 

Asentí temerosa y le plante un beso en la mejilla. 

—Vamos, debemos de estar ahí lo más pronto posible —dijo Ryan subiéndose a la camioneta. 

Comenzamos a descender por la escalera del avion, todos imitamos la acción de Ryan y nos acomodamos en la camioneta. Para no levantar sospechas solo dos personas podían ir en el primer asiento. Jason de conductor y Ryan en el asiento del copiloto. Adele, Ettore y Steffan iban en la parte de atrás de la camioneta, en los asientos de en medio. Justin y yo fuimos voluntarios y viajaríamos en la cajuela.
Es cómoda y hay el suficiente espacio para los dos. 

Aunque en realidad solo teníamos la mitad del espacio
Jason nos explico que: debajo de la alfombra de la cajuela había armas, algunas granadas y bombas caseras. 

Serian dos horas de viaje. En estos últimos días no he dormido lo suficiente. Tampoco me he nutrido bien. Tengo miedo que me de anemia. Hace ya muchos años la padecí y la controle, pero es muy probable que, con mi ritmo de vida actual, vuelva. 
En el camino, un carro negro nos venía siguiendo. Jason dijo también que era de los nuestros, que en ese coche venían nuestras pertenencias. Aparte de más armas.

Cuando paramos en una gasolinera con autoservicio, encendí mi celular. 
Tenía unas veinte llamadas perdidas de Matteo y cinco mensajes de texto.

Abrí el primero que envió: “¿Cómo estás? ¿Cómo esta Logan? Te quiero, mantenme informado por favor” 

“¿Por qué nos has contestado? ¿Tan grave esta?” No sé como esta y ni me interesa, pero no te voy a contestar 

“________, me estas preocupando, contéstame por favor” 

“Te he estado llamando, ¿Por qué no me contestas?”

“Desde hace un dia que no se nada de ti. Por favor, por favor contestame. Me preocupas, lo creas o no. Lamento haberte intentado pegar el otro dia. Me siento fatal por eso. Camillo ni si quiera me dirige la palabra y algo me dice que el si sabe algo sobre ti. Por favor, confia en mi, te quiero y me preocupas.” 

Justin estaba a mi lado leyendo los mensajes.

—¿Te intento pegar? —me dijo con la mandibula apretada.

Asenti suspirando —Camillo lo detuvo, estuvo de quebrarle el brazo. Solo por intentarlo.

—No quiero que te cases con Matteo, _______ —me tomo de la cadera y me giro hacia el —¿entiendes? Significas la vida para mi, y pensar que te casaras con el, me es completamente imposible de aceptar

Destiné à ne jamais mettre fin à cetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora