Capítulo 12

71 5 6
                                    

Cuatro jóvenes vestidos con ropa antigua, cruzaban un portal en un laboratorio de un prestigioso instituto de San Fransokyo. Una platinada con la mirada triste se detuvo antes de cerrar el portal y lo miro por última vez, deseaba grabar en su memoria el rostro de la persona que amaba, la persona que la había aceptado tal y como quería y que ahora el tiempo los separaba. Con un movimiento de manos, el pequeño nevado y Merry desaparecieron, al igual que toda la nieve y la escarcha volvieron a ella. Un último instante se miraron a los ojos y ella nego con la cabeza, quería decirle dos palabras muy importantes que seguramente lo haría cambiar de opinión, pero temía no ser correspondida. Dió la vuelta y cruzo el portal sin mirar atrás. Un pelinegro desactivo todos los controles y apago la máquina del tiempo. Le entrego a su hermano las llaves y el código de seguridad. 

—Espero que estés satisfecho— pronunció con dolor y molestia. Honey y Fred trataron de detenerlo pero el muchacho nego con la cabeza, no podía continuar más. 

—Tadashi espera— pidió Hiro. El muchacho se detuvo pero nego con la cabeza y no quiso escucharlo. Continúo con su camino y se fue. Todos sus amigos lo miraron con un rostro neutral, nadie se atrevía a decirle lo obvio. Hiro volvió a casa donde busco a Tadashi y lo encontró en el balcón. El muchacho estaba sentado junto a la ventana de cristal mientras observaba las flores, recordaba como había besado a Elsa y después la perdía—Dash... — susurro, el pelinegro nego con la cabeza. 

—Dame mi tiempo, la olvidare cuando mi corazón deje de amarla.— Hiro no dijo nada y solo se alejo— si es que algún día dejo de amarla— el muchacho logro escucharlo. No había pensando en cuanto le afectaría a su hermano pero era lo mejor, era la única opción. 

Semanas después, un pelirrojo espiaba por los laboratorios para averiguar qué no había nadie más en el instituto. Desde hace semanas que no observaba nuevamente a aquella rubia y la conversación sobre sus poderes y su antepasado le habían sembrado dudas. Google le había dado algunas respuestas y la más sorprendente fue encontrar una fotografía de la Reina Elsa de Arrendell y el Emperador Tad de Japón, ambos eran aquella ojo azul y el gemelo de Tadashi. ¿Cómo era posible que estuvieran en el futuro? Incluso la pelinaranja y el rubio eran de la realeza antigua. Y Hans de las Islas del sur, era hermano de uno de los antepasados de su abuelo, acusado de traición y encarcelado de por vida en el exilio de Noruega. 

Logro ingresar al laboratorio después de haber robado las llaves del departamento de seguridad y se encontró con un inusual objeto. Miro el panel que ahora estaba lleno de polvo y un cuaderno antiguo que contenía símbolos japoneses. Busco la llave que encendía la máquina y la encontró en un cajón del escritorio de Hiro, junto con un código de seguridad. Ingreso la llave, el código y la máquina del tiempo estaba activa. La pantalla decía ¿A dónde desea ir? Hans le pidió mostrarle el historial de visitas y encontró Japón 1839 Arrendell 1839.

—Asi que es posible, es posible volver al pasado. ¿Es posible ir al futuro?— al ingresar la misma fecha dos años después, la máquina mostró un mensaje de error seguido de una voz hablando "El futuro es cambiante, por lo que no es posible mostrar un futuro correcto"— muéstrame el pasado. Llévame a la prisión en el exilio de Noruega. 

Seis meses después. 

Elsa estaba despampanante de alegría, desde hace meses que esperaba este momento y por fin lo miraba: Ana había dado a luz a un pequeño bebé rubio de ojos azules y muchas pecas en su nariz. Olaf observaba desde la puerta como Elsa le cantaba al bebé recién nacido para tratar de calmar su llanto, mientras Ana lo mecía en sus brazos. 

Donde se unen

Viento y mar

Un río lleva mil memorias que hay

Corazón en el PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora