Capítulo 21

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Hiro observó a su hermano. Era la primera vez que lo había visto salir de su habitación o su laboratorio desde la muerte de Elsa un año atrás. Ese día fue uno de los pocos días de luz que tuvo Tadashi, su rostro lucía con un poco de esperanza y felicidad. Sin embargo, por las noches era otro totalmente distinto. Recientemente se habían mudado a una casa de tres pisos cerca de la universidad, en el último piso estaban sus habitaciones y aunque ahora estaban separados, podía escuchar el llanto de Tadashi por las madrugadas. Algunas noches miraba desde su gran ventanal el amanecer con lágrimas en los ojos. Recuerda mucho una de las noches en las que hubo grandes nevadas, entonces le pregunto que si alguna vez volvería a enamorarse. La respuesta de Tadashi fue triste. 

—No, nunca más pasará— susurro mientras sostenía fuertemente el collar de Elsa— mi corazón se quedó en Atohallan hace trescientos años, se quedó en el pasado con los últimos momentos junto a ella, se quedó amándola. Y la seguiré amando para siempre, hasta que la Luna desaparezca, la tierra se parta o hasta que llegue mi último respiro. 

Después de aquellas palabras nunca volvió a preguntar o a reprocharle nada. Sus palabras habían sido un juramento de amor y a la vez un castigo tan cruel.P

Pero la noche más difícil fue cuando se cumplió el aniversario del día que se conocieron, el día que se miraron por primera vez en el kiosko de la tierra. Hiro sabía que había sido obra de la Luna llenar la ciudad de luciérnagas, aquel día Tadashi lloro desconsoladamente. Se golpeaba el pecho tratando de arrancarse el corazón. Pero no deseaba morir. Su castigo era cruel. El tiempo que injusto había sido, lo condenó a llorar la muerte de su amada el resto de su vida. Y Hiro se sentía culpable, deseaba que ojalá no se hubieran conocido y que no se hubieran enamorado, que todo saliera como el plan. Pero ya era tarde, incluso aunque el tiempo reescribió la historia y trajo de vuelta a Tad y Emliy, Tadashi sentía que ya no había esperanza. 

El pelinegro probaba su nuevo traje para volar, similar al que había creado Hiro para Baymax. Sobrevolaba la ciudad de San Fransokyo y trataba de liberar su atormentada mente. Hiro lo observaba desde tierra calculando la altura a la que era posible llegar. Y Baymax, el estaba listo para cualquier emergencia. Sin embargo, cuando la noche comenzó a caer y las estrellas a iluminar el cielo, una pequeña chispa azul se acercó a él. Al instante se quedó silencioso y pálido, recordaba bien esos destellos y los copos de nieve tan únicos. Entonces escucho la risa de ella. Y su corazón se detuvo por un instante, la luz comenzó a moverse y el la siguió. Era ella, quería mostrarle algo. Lo llevo entre nubes y cruzando el mar, guiandolo a un solo lugar. 

Cuando Hiro alzó la mirada y no vio a Tadashi en el cielo comenzó a llamarlo. Baymax hizo un escaneo para detectarlo pero no hubo nada, el GPS del traje había simplemente desaparecido. Desesperado porque su hermano intentará hacer una locura llamo a todos sus amigos y comenzaron a buscarlo. Sin embargo Tadashi estaba en un lugar que nadie podía encontrar. 

Lo observó, los enormes glaciares de hielo eran iluminados por tonos azules y celestes. La chispa que lo guío hasta ahí entro en Atohallan y desapareció. Recordaba la última vez que había estado ahí, ¿hace trescientos años atrás o hace uno? Ni si quiera podía entenderlo. Solo sabía que en aquel lugar, su querida Reina había hecho el sacrificio más grande por el y por su familia. Bajo por la enorme construcción que ella había dejado cuando descubrió su origen, parecía como si no hubieran estado ahí. Cuando se acercó al punto más profundo de Atohallan estaba rodeado de una enorme oscuridad y solo la chispa iluminó. Entonces el Tiempo apareció en medio de las sombras, con un gesto molesto y la mirada perdida. 

—¿Qué haces aquí muchacho? ¿Quién te ha traído?

—Yo lo hice— hablo una voz grave e imponente. Tadashi miro hacia el hombre que hablaba, era alto y con una barba corta, su silueta parecía ser iluminada por luz. 

Corazón en el PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora