Capítulo 7

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—Tengo que despedirme, por favor. 

—No, iremos directo al castillo dónde volverán a su mundo o de donde sea que vinieron— hablo molesto Hiram. Hablo a uno de los soldados y le mando el mensaje a la reina. Tadashi se pregunto cómo ambos podían ser tan fríos ¿Acaso no lo comprendían? Era solo una amistad, ella necesitaba compañía, un amigo, un compañero...

—Del futuro, por si te lo recuerdo— le corrigió Hiro— ¿Qué pasará con la fiesta de esta noche? 

—No se preocupen, Tad sabe cómo comportarse en eventos así y lo vigilare toda la noche— el carruaje comenzó a avanzar y Tadashi decidió mirar por una de las ventanas, no quería oír reproches, desplazamientos y a su hermano. Siempre trato de ayudarlo ¿Porqué ahora no lo ayudaba? ¡Ah sí! Elsa es del pasado, era una locura, pero estaba dispuesto a cometerla. 

Elsa escucho la voz de un soldados y el sonido de los caballos cabalgando— El emperador Tad se disculpa, un asunto de emergencia ha surgido y llevará toda su tarde— Elsa asintió con la cabeza mientras se volvia a sentar sobre la banca de hielo que había hecho— Majestad... ¿Volvemos al castillo?

—Denme un minuto— susurro. El guardia se alejo y ella miro directo a la montaña del norte, desde aquel lugar se miraba perfectamente el castillo de hielo y no pudo evitar recordar las palabras que venían a su cabeza cuando la tristeza la llenaba. "Yo libre nunca voy a ser, la tormenta está en mi interior". ¿Para que lo intentaba?¿Para que se esforzaba? Siempre terminaría en lo mismo, en soledad. En ese vacío inevitable que no podía llenar. Camino hacia la entrada, con un porte elefante y decidido pero ninguno de los soldados paso por desapercibida ese curva en sus labios, esa curva que a todos nos duele. 

Ana no supo en qué momento Elsa o Tadashi llegaron pero quería ver a su hermana y darle todos los consejos posibles para que luciera hermosa. Pero al llegar a su habitación se encontró con una Elsa aún en la tina del baño suspirando y con el rostro decaído. La platinada trataba de pensar que de verdad tenía un problema muy importante, que había algo urgente, pero solo llevaban tres días juntos y era imposible que una carta de Japón llegará. Es como todas aquellas veces en las que Ana le contó cómo se sintió cuando conoció a Kristoff. Fue inesperado, sin pensarlo, rápido. Ana le había asegurado que el día en que quedara enamorada de la persona correcta, sería en un abrir y cerrar de ojos. 

—¿En qué piensas Els?— la platinada quiso contarle todo pero solo sería una perdida de tiempo. Ni si quiera estaba enamorada, no lo conocía, solo era.. atracción. 

—En nada Ana...— suspiro. La pelinaranja se quedó confundida mientras se acercaba a la tina. Pidiéndole que no le mintiera, que ella conocía perfectamente esa mirada. Pero la platinada no dijo nada. Ana sabía que Elsa era perfectamente capaz de guardar silencio y no hablar, sepultaba todo aquello que le dolía. No podía cambiarla aquello lo hizo la mayor parte de su vida y ahora que podía desahogarse, era duro para ambas.

—Te traje esto...— susurro, mostrándole un vestido rojo ajustado con escote de hombros caídos y falda corte sirena. La joven comenzó a negar con la cabeza— Vamos Els, se que es totalmente diferente a tus colores favoritos pero te quedará hermoso, con un pintalabios rojo y tu pelo en una moña serás el alma de la fiesta. 

—Pero... ¿Qué dirá el consejo? 

—Els, tú eres la Reina y tiene derecho a decidir lo que quieras. Lo que piensen esos anticuados consejeros no es tu problema, eres libre— una sonrisa se formó en el corazón de la chica y salió de la tina de baño. Les daría una lección al consejo, a Malena o a Hiram, era una reina imponente e independiente. Y nunca olvidaran su fuerza. 

Mientras tanto en la habitación de Tad, Hiram lo ayudaba a ponerse el traje mientras Hiro y Tadashi trataban de calcular las posibilidades de que el portal se abriera. Ambos estaban en el escritorio haciendo cálculos, con la mirada decaída Tadashi observó al muchacho trata de abrir el portal pero lo único que se formaba era una pequeña nube que desaparecía. 

Corazón en el PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora