Capítulo 19

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Elsa observó como Hiram se apresuraba rápidamente sobre su corcel de color negro. Con un movimiento hizo que el caballo resbalara y terminarán ambos en el suelo. No quería lastimar a nadie, en especial a los animales que no tenían culpa de nada, y aunque había herido soldados ya no tenía la intención de matarlos. Ella sabía perfectamente la amenaza que presentaba y cuando la única opción para detenerlos es congelandolos, tenía que hacerlo. 

Con otro movimiento envolvió al caballo en un remolino de nieve y viento que lo llevo a un lugar seguro. Hiram seguía recostado en el suelo, el golpe en la cabeza por la caída, le había provocado ver borroso. Pero sus ideas seguían claras, mientras trataba de ponerse de pie y enfocar las siluetas, la idea de estar sentado sobre el trono de Arrendell como rey, le daba fuerzas para continuar. 

Mientras tanto, la joven monarca observó a los dos hombres que tenía al frente, fácilmente podía identificar a Hans, principe de las Islas del Sur, su rostro era cansado y con los estragos de la cárcel. Al otro lado estaba el rival de Tadashi, más joven, con ojos más relucientes pero con la misma mirada calculadora. Desde que lo había visto en el futuro sabía que tramaba algo. Y eso comenzó a explicar porque la máquina del tiempo dejaba de funcionar, como llego Japón aquí y porque Hans salió de la cárcel. 

—Ya veo como llegaste hasta aquí, lograste robar el invento de Tadashi... 

—Jaja. Querida Elsa, está cría— dijo señalando al muchacho— solo me ayudó a venir aquí y cumplir mi venganza. Me dió la oportunidad que tú estúpida hermana me quito. 

—¿Matarme? ¿Eso es lo que quieres? 

—Ya pude contra tu magia una vez y puedo volver a hacerlo— el hombre empuñó su espada y se acercó a ella. La platinada creo su espada y se colocó en guardia—te mataré como lo he estado deseando estos últimos dos años. 

—Intentalo, está vez tendrás un rival y no una reina temerosa... Ahora soy la reina de las Nieves, pelea contra ella. 

Hans soltó un grito de irá y ambos corrieron hacia ella. La ojo azul los hacia tropezar una y otra vez con el hielo. Hasta que el rival de Tadashi logro escabullirse y tratar de atacarla por la espalda. Aunque no tenía idea de que hacer, la espada pesaba demasiado y era muy lenta con los movimientos, pero logro colocar la punta de la espada en la espalda de la reina. 

—¿Dónde está Tadashi?

—En el lugar más seguro que existe...— susurro. Elsa dió una vuelta lo suficientemente rápido para encarar al joven y comenzó a pelar espada a espada con el, mientras que el principe trataba de no caer sobre el delgado hielo. Tenía razón, la mujer de hace dos años ya no existía, ahora eran fuerte y segura de si misma. Vencerla cuando no tiene nada que perder más que su propia vida, sería más difícil de lo que pensaba. Hans sintió el miedo y se descuido un momento. Con el golpe de la espada logro lanzar al muchacho lo más lejos que pudo, y le congelo los pies y manos evitando que se moviera. 

—¡Eres un monstruo!— Elsa cerro los ojos por un momento y luego suspiro. Era una de las palabras que le recordaban sus miedos pero también ya no le temía sabía que no era un monstruo, su madre se lo dijo, ella era un regalo. Con otro movimiento aumento aún más el hielo sobre el muchacho. 

—No es así, te protejo. Si lo fuera, estarías muerto...— Hans volvió a chocar su espada con la reina, atacando sin calcular, golpeando su duro traje de metal y recibiendo golpes y rasguños con la espada. Tenía que hacerla caer, tenía que encontrar su punto débil, sus miedos. Pero no tenía tiempo, la agilidad de la ojo azul era tan buena y su habilidad para la pelea de verdad la convirtió en un rival. En un movimiento la platinada le cortó ambas piernas haciéndolo caer. 

Corazón en el PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora