Otto
—¿Qué tal el verano, niñita? —escupe Enoch Lazuli desde su cama.
Y yo que ya pensaba que, porque teníamos cinco minutos de silencio en el dormitorio, me iban a dejar en paz esta noche. Qué ingenuo.
Me levanto despacio, tratando de mantenerme dentro del dosel hasta que tengo la estabilidad necesaria para salir corriendo de la habitación.
—¡Eh! —oigo exclamar a Wulfric Flint cuando ya estoy en el pasillo.
No me molesto en cerrar y empiezo a bajar las escaleras tan rápido como puedo.
Las lágrimas me hierven en los ojos. Necesito controlarme antes de llegar a la sala común.
Me paso la mano para la cara las veces que me alcanza el tiempo hasta llegar abajo. Debo estar rojo. Abro la puerta a la sala común de Ravenclaw por más de que me vaya a ver... nadie.
No hay nadie.
¿Las escaleras de dentro de la torre también se pueden mover y hasta ahora me entero? ¿Dónde estoy? ¿Dónde está todo el mundo? No hay ni una luz encendida. Yarilo, si Enoch decide bajar... estoy muerto.
«Oh, no».
Con solo dar un paso al frente y fijarme mejor, la veo. Y ella a mí.
«¡No le puedo caer mal también a él!», suplica su expresión, o... no. No pude haber escuchado su voz en mi cabeza ¿o sí?
«No, Otto —me digo—, solo estás tan demente como todos sospechamos».
—Hola —saluda en un susurro, apenas lo suficientemente alto como para escucharle por encima del silbido del viento. Su voz es algo distinta a la que he creído escuchar.
Con el fulgor de la estatua de Rowina Ravenclaw distingo mejor sus facciones: labios un poco gruesos; nariz recta, como las de las estatuas romanas, pero con la punta redondeada; cara cuadrada con mejillas rellenas.
Pero son sus ojos lo que me permiten reconocerla al instante como la chica de Castelobruxo: marrones y demasiado grandes, como si se esforzaran por abarcar todo lo posible.
—Ehm... —me aclaro la garganta y doy un vistazo a la puerta de las escaleras—. Hola —digo con cierto temblor.
«Déjame solo», es lo que quiero decir en realidad.
Vuelvo la mirada a ella y me entra un escalofrío. «Deja de mirarme.»
¿En serio no podré encontrar una pizca de paz? ¿Aunque sea el primer día?
Y pensar que no he podido saludarlo hoy. Quizá haya sido lo mejor.
Y Vannella no va a servir de nada en caso de que Enoch Lazuli y Wulfric Flint decidan bajar a comenzar de verdad su bromita de la noche.
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Razones para ir a Hogwarts y otros porqué [VV #1]
FanfictionLa legeremancia es una rama oscura de la magia, todos lo saben. Entonces, ¿por qué Verónica Vannella puede usarla de forma innata? Después de ganarse el primer intercambio de Castelobruxo a Hogwarts en décadas, Verónica ha hecho todo lo que puede pa...