9. Porque las primeras veces son más emocionantes

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Violet

Adoro el misterio

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Adoro el misterio.

Siempre ha sido, y espero que lo siga siendo, el eje de mi vida.

Antes pensaba que lo que pasa es que estoy rodeada de secretos; la verdad, es lo contrario. Constantemente termino rotando alrededor de cualquier fuente de misterios. Como la nómada vida de mi madre. O la identidad de mi padre. O el odio de mi hermano. Pero todos esos ya los resolví.

Mi nueva inspiración para los libros que algún día escribiré son mi compañera de cuarto y el chico veela, Verónica Vannella y Otto Manuilski, que parecen cubiertos por el éter del misterio.

Y la única forma de averiguar cómo funcionan esos poderes, de los que más nadie parece percatarse, es esforzarme para que no se alejen demasiado.

¡Pero ¿cómo se supone que lo descubra si cada vez que estamos fuera de clase atraen al grupito como el dulce a las hormigas?!

He pensado que tal vez en Historia de la Magia, como Binns no da nada que no pueda encontrar en libros, podría aprovechar para hacer algunas sutiles preguntas, que parezca que me intereso por ellos directamente. Incluso respondí a la curiosidad de Verónica sobre mi familia cuando no le incumbe en absoluto, para preparar el terreno, fomentar su confianza. Pero ya volvimos de vacaciones decembrinas y no he conseguido nada.

Y con las miradas de ese par de cenutrios en la espalda, es aún más complicado pensar en sutilezas.

Solo quiero voltearme y gritarles que una fotografía dura más, pero no permitiré que Mcfly lo entienda como que puede tener una foto de mí. Y Arturo me diría que soy estúpida por pensar que me estaba mirando. Así que me lo guardo.

Y la primera clase de Historia de la Magia del trimestre pasa sin que pueda descubrir nada.

—Qué infierno —mascullo mientras recogemos las cosas.

—¿Más que la clase de Parkinson? —inquiere Vannella.

—Sabe menos que nadie sobre hechizos repulsores —Vuelco los ojos, ya de camino a la siguiente clase por un pasadizo que he tenido el atrevimiento de mostrarles a Otto y a Verónica. Me pregunto si Jason se molestaría en caso de enterarse—, pero al menos sirve para aprender qué no hacer.

Y así ya no tengo que preocuparme por Arturo y Mcfly. No hasta mañana, que volvemos a compartir clase con Gryffindor.

Al llegar a la mazmorra de Pociones, mi madre no está y, aunque se supone que tendremos clase teórica, los pupitres, tampoco. Todos entramos, acostumbrados a la falta de preparación del aula de Pociones, excepto Verónica, que mira el lugar con una pizca de aprensión. Será porque no le agrada mi madre.

—Buenos días, estudiantes —saluda el profesor Boot haciendo que nos giremos para mirarle bajo el umbral de la mazmorra—. La profesora Weasley no podrá atenderos hoy —Apunta a la pizarra con su varita y aparece las indicaciones para hacer deberes. Fantástico—. Tendréis la hora de la clase para desarrollar la asignación, y permiso para pasearos de camino a la biblioteca y vuestras salas comunes.

Razones para ir a Hogwarts y otros porqué [VV #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora