10. Porque las pesadillas no aterran tanto

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Verónica

«Dios mío —no dejo de pensar mientras busco a Otto—, Violet y Chrys son hermanos»

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«Dios mío —no dejo de pensar mientras busco a Otto—, Violet y Chrys son hermanos».

Es que, si no hubiera visto el recuerdo de Violet tan claramente como si yo misma lo hubiera vivido, no me lo creería en absoluto.

Y, lo peor del caso, estaba tan absorta en la mente de Violet que ni siquiera me di cuenta de que, cuando oí a Otto decir que no era especial en absoluto, pensé que lo había dicho realmente. Pero no, le respondí un pensamiento al frente de siete personas, además de nosotros dos.

Sigo caminando por el primer piso del castillo sin hallar rastro de Otto, y suena el timbre de clases antes de que lo encuentre.

Por suerte, he recorrido tanto estos parajes por las sesiones con el señor Draco que sé cómo volver al tapiz que oculta el paratiempo sin muchas vueltas. Y así subo sin retraso hasta Herbología.

Todavía no puedo creer que Chrys me confiara este pasadizo. Es asombroso que la magia de Hogwarts llegue al punto en que una vía que lo atraviesa verticalmente no esté sujeta a las leyes del tiempo. Por eso, cuando llego al séptimo piso, aún no ha terminado el chirrido del timbre y alcanzo la puerta a la vez que Violet.

La castaña tiene una expresión extraña, muy concentrada en algo dentro de su propia mente como para prestarle atención a cualquier otra cosa.

Es la primera vez que no me toma por sorpresa que Violet no esté impertérrita. Debe estar tan conmocionada por lo de sus padres (cosa que aún no termino de entender), que hasta un recuerdo suyo con su padre terminó en mi cabeza hace rato.

Me da miedo pensar que una parte de mí ve como una victoria haber entrado por primera vez a la mente de Violet. Es justo lo que me temía. Las clases de oclumancia apenas me han ayudado a no perder mis memorias, pero mi legeremancia ha aumentado, y detesto disfrutarlo.

—¿Dónde estabas? —le susurro a Otto cuando se sienta a mi lado.

—¡Pero ¿qué crees que estás haciendo?! —chilla la inconfundible voz de Rowena Noir en la parte trasera del salón antes de que mi amigo pueda contestar—. ¿Por fin se te terminó de fundir el cerebro o por qué gárgolas te sientas en mi puesto?!

Justo cuando termina de gritarle a Violet (quien la mira muy confundida), la profesora Vaughn entra al aula.

Ya no puedo ver igual a Noir ahora que sé que la profesora Laqueur es su madre. El mismo brillante pelo negro sin un solo cabello fuera de lugar, los fieros ojos un poco rasgados y la misma barbilla afilada. No sé cómo no las había relacionado antes.

—Rowena —llama la profesora Vaughn—, haz el favor de sentarte junto a Violet.

«Nunca he leído un pensamiento de la profesora Vaughn», me doy cuenta un poco deseosa.

Razones para ir a Hogwarts y otros porqué [VV #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora