4. Porque casa es igual a hogar

88 15 46
                                    

Verónica

Verónica

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Es hoy. Hoy es el día.

Después de todo lo que he pasado. Después de casi un mes en este país que no comprendo, yo, Verónica Fiorella Vannella Castro, por fin estoy en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

«¡Estoy en Hogwarts, Dios mío!».

Hago un ridículo baile mental mientras que por fuera lo único que se mueven son mis manos, no puedo dejar de tronarme mis largos y nudosos dedos, y no sé si sea por eso mismo que son así. No me gustan mis manos.

«Da igual —me digo respirando profundo—, son útiles y hacen buena magia».

Bueno... técnicamente aún no estoy en Hogwarts. Estoy en el andén de Hogsmeade con el profesor Boot quien, según me lo presentó la profesora Vaughn antes de irse, es el subdirector.

Ya tengo el uniforme puesto gracias a la magia de la profesora de cabello multicolor, y comienzo a escuchar el taca-traca del tren que se acerca poco después de que ella se haya ido.

Un suspiro de alivio se me escapa. Menos mal que no tuve que venir en el tren, y ya lo conoceré en los siguientes viajes.

—Eh, Terry —saluda una mujer menuda y rubia al llegar junto a nosotros.

Es más joven que el profesor Boot, pero mayor que la profesora Vaughn, y un montón de luces azules flotan a su alrededor.

Ya está oscureciendo.

—Buenas noches, Lindsay —responde cordial, aun esperando por el tren.

Los escrutadores ojos azules de la mujer recaen en mí por un segundo, que casi podría decir que es exacto, y me dedica una enorme sonrisa, con los dientes más blancos que he visto. «Qué linda», dice su expresión.

—Tú eres la chica de Castelobruxo —No es una pregunta. Ha de ser bastante evidente que una chica de catorce años no suele llevar el uniforme en blanco.

Asiento esforzándome por devolverle la sonrisa, y cuando estoy por decir «hola», un silbido bien agudo me roba la atención. El tren aparece entre una nube de vapor que me deja con la boca abierta. Nunca había visto un tren real y en movimiento hasta este hermoso gigante escarlata.

Solo «guau».

Pero me recompongo de golpe cuando los pasajeros empiezan a descender. La acuciante necesidad por esconderme me ataca, y como leyéndome la mente, la rubia que aún no conozco me abraza los hombros en ademán protector.

Se lo agradezco internamente, porque se me ha perdido la lengua para hablar.

La misión del profesor Boot parece haber terminado cuando ella empieza a llamar a los de primer año, porque de un segundo a otro ya no está.

Los pequeños se van congregando a nuestro alrededor y, a pesar de la oscuridad, distingo que los demás siguen por donde les indica un chico de capa plateada, por lo que debe ser Slytherin, y una chica de capa dorada, es decir, una Gryffindor. Deben ser los Premio Anuales, los mejores alumnos de último año.

Razones para ir a Hogwarts y otros porqué [VV #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora