Verónica
—¿Y es bonita? —pregunta Otto cuando nos sentamos a la mesa de Ravenclaw—, ¿la capital?
—¡Es genial! —respondo sirviéndome la cena.
Es increíble que siendo británico nunca haya ido a Londres, pero que dude de su belleza es impensable.
—¿Qué es genial? —pregunta Chrys, sentándose junto a Otto, pero de espaldas a la mesa.
Violet, a mi lado, rueda los ojos, pero no le hago caso.
Creo que nunca le había prestado atención a lo opuestos que son Otto y Chrys. El primero lleva el cabello plateado hasta la barbilla, parte del cual ni siquiera termina de caer, como si fuera ingrávido, o un personaje de anime... sensación que sus ojos dorados no ayudan a contrarrestar.
El cabello de Chrys es casi dorado, de un rubio resplandeciente, además de liso y tan corto que, si se pasara la mano por la coronilla, no estoy segura de que los mechones llegaran a cubrirle los dedos. Sus grises iris apenas se diferencian del blanco de sus ojos. E incluso, aunque acabamos de bajar de dejar las maletas en los dormitorios, Chrys se ha cambiado, pero sigue llevando camisa, de rojo y azul a cuadros, y un jean negro, mientras que Otto va vestido con la misma túnica gris con la que venía.
—Es genial que esta no sea tu mesa —rechista Violet.
Chrys rueda los ojos y nos guiña a Otto y a mí con una sonrisa antes de irse a la mesa de Hufflepuff junto a Jason.
¿Dónde está Alex? El subidón de emociones que el gesto de despedida ha causado en Otto me invade, impidiéndome pensar en el otro Gryffindor.
—¿Y os acompañó Hyland? —pregunta Violet como si su hermano nunca hubiera estado aquí. Asiento—, pensé que después de lo de Jason y lo de su madre... No sé, que Landucci no querría tener mucho que ver con él.
—Creo que entiendes que no es nuestra culpa que nuestros padres sean complicados —Ha estado chinchándome «sutilmente» para que abogue por ella con Chrys, ¿y ahora dice esto?—. Y no veo por qué deberían ponerse en contra de Ethan, ni siquiera el mismo Jason.
«Se nota que nunca has tenido amigos», piensa Violet, pero no se atreve a pronunciarlo.
«¿Y tú sí?», replico sin usar la voz. Y me petrifico al darme cuenta.
He. Oído. Su. Voz. En. Mi. Cabeza.
No es que haya dejado de leer mentes últimamente, pero la suya siempre es novedad. Y que sea justo para eso... no me pone más deseosa de seguir siendo legeremante. Y el único camino que puedo seguir para controlarme es ir mañana a la sesión con el señor Draco, pero estoy decidida a no aparecerme por allá hasta que me dé explicaciones.
—Y tía Rosetta me sugirió dejar el encantamiento lingüístico ya, pero... —estoy comenzando a contar al salir del Gran Comedor cuando, como si fuera un déjà vu, el profesor Boot me llama desde la balaustrada para que lo siga hasta el despacho del profesor Longbottom.
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Razones para ir a Hogwarts y otros porqué [VV #1]
FanfictionLa legeremancia es una rama oscura de la magia, todos lo saben. Entonces, ¿por qué Verónica Vannella puede usarla de forma innata? Después de ganarse el primer intercambio de Castelobruxo a Hogwarts en décadas, Verónica ha hecho todo lo que puede pa...