London
— ¿De verdad tienes que irte otra vez al hospital? — Le preguntó su madre soltando un suspiro al dejar las flores sobre el mostrador — ¿Que no puedes quedarte aquí? Yo quiero estar contigo London, incluso podemos compartir la perfumería, me encantaría que trabajarás conmigo —
London soltó una suave risa que se escuchó por todo el lugar, por una parte al ver el rostro de su madre y por otra al notar cómo sus hermanos sufren de amor al ver pasar a las chicas inglesas que entran a comprar perfumes, ese par de rubios se quedan ahí con sus grandes ojos azules, con sus despampanantes cabellos rubios y mostrando sus músculos porque están sin camiseta para impresionar mientras bajan la cajas de flores, quisa por ellos la perfumería tiene más clientas.
— No puedo mamá, tengo una responsabilidad con el hospital —Dijo cortando las tallos de las rosas con delicadeza — Además, la perfumería puede esperar y los bebés de pediatría no —
Su madre soltó una carcajada y acarició su rostro mientras le acomoda un mechón detrás de la oreja.
— ¿Eres una buena pediatra, lo sabes London? — Le dijo con cariño — Pero aparte de mi, eres la mejor perfumista que he conocido, tienes un don con los olores que nadie más tiene y debes aprovecharlo —
London levantó su mirada y en un arrebató de locura dejó las rosas a un lado y se hecho a los brazos de su mamá llenandola de besos en las mejillas.
— Lo se mamá, se que podría ser la mejor perfumista — Dijo en un triste carraspeo — ¿Pero qué harían sin mí todos esos bebés abandonados en el hospital? No puedo dejarlos solos —
— Ay cariño, tienes un corazón muy dulce — Dijo su madre abrazandola fuertemente — Pero con una actitud tan fuerte qué asustas a los pobres padres primerizos —
London se quitó el delantal, se acomodó el cabello rubio cómo una cascada por su espalda, se colgó su pesada mochila al hombro y caminó hacía la puerta de salida.
— No te preocupes mamá, estaré de vuelta para la cena — Dijo con felicidad — Por nada en el mundo me perdería los panecillos especiales de papá —
Salió de la perfumería y caminó rápidamente hasta la acera de enfrente, solo para ver a su papá con los brazos cruzados y recargado en su auto deportivo, al parecer esos autos son los gustos culposos de su papá.
— ¿Te llevas el auto? — Le pregunto al arrojarle las llaves, qué por supuesto atrapó con destreza.
— Por supuesto papá — London se mordió el labio divertida, arrojó su mochila en el asiento trasero y tomó asiento a la vez que pone sus manos sobre el volante, encendió el auto con un ese típico sonido deportivo y miró de reojo a su papá — Ponte el cinturón porqué hoy entenderás porque las doctoras menejan como si fueran volando
Su padre soltó una carcajada mientras se pone el cinturón de seguridad.
— Solo procura no dejar viuda a tú mamá —
London asintió emocionada y apretó el acelerador del auto como una vil loca, quizá todos la consideran como la más tranquila de la familia pero sus papás son los únicos que saben que a veces se vuelve un poco loca, así que sólo él ruido del auto es lo que se escucha por las calles tranquilas de Londres.
Y al llegar al hospital, frenó de golpe el auto o chocaría contra una ambulancia, sin embargo, su papá sólo soltó una carcajada.
— ¡Estás más demente que tu mamá cariño! — Le dijo en medio de risas — Creó que eres un peligro al volante London, no te voy regalar un auto por tu cumpleaños, sino una bicicleta y aún así, temo por la vida de las personas —
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El Rey (Saga Médicos Parte 3)
RomanceDesde pequeño Andre siempre ha tenido claro que quiere ser él mejor médico de Londres, incluso más que su madre, la reina de Inglaterra, pero su obstáculo no es la cantidad de trabajo en el hospital o sus pacientes, sino que es un príncipe sumido...