Capítulo 28

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Andre

— ¿London? ¡¿London?! —

Gritó con todas sus fuerzas entre los pastizales, pensando que algo mal pudo haberle pasado, la tormentaesta muy fuerte ¿Y si la corriente se la llevó y esta en peligro? La lluvia es tan fuerte que apenas lo deja ver, las gotas de agua se azotan contra su rostro, el aire apenas lo deja caminar y parece que el mundo se va a acabar porque el mar se azota contra los acantilados, pero después de unos minutos buscándola entendió que ella se fue, lo dejó, lo abandonó.

Lo rechazó, no quiso casarse con él.

Asi que Andre se limpió las gotas de lluvia del rostro y corrió hasta las profundidades del castillo para estar seguro de la lluvia mientras sostiene el anillo en su mano.

Pero escuchó los llantos descontrolados de su bebé, esos llantos que ni siquiera las sirvientas pueden calmar, así que comenzó a caminar lleno de agua hasta el interior del castillo, enojado, frustrado y decepcionado, pero al ver su madre con su hija, se la quitó de los brazos, sin decir nada y se alejó con ella por la oscuridad del  pasillo.

Trato de calmar coraje acercando a su bebé hacia él, respiró su dulce olor, y recargó su frente en su mejilla, es tan suave como los algodones, su bebe es pequeña, como una frágil muñeca, de adorables mejillas rosadas porque esta llorando demasiado, ella es indefensa y solo lo tiene a él.

Debería de dejar de pensar en el amor y sólo enfocarse en su hija.

Oh Alexandra ¿Qué tengo que hacer para que dejes de llorar? — Dijo dulcemente en medio de los llantos de su bebe, ella esta tan molesta que mueve sus pequeñas manitas enojada — Ay Dios, y solo eres una bebé ¿Qué sera de mi cuándo seas una adolescente?

Andre se permitió sonreír un poco aunque por dentro la incertidumbre de saber que paso con London lo hace sentir mal, pero esta tan enojado, que apago su celular, se olvidó de esa doctora y se enfoco en su hija.

Porque su hija es lo único que le importa, de todos modos siempre serán ella y el durante toda la vida.

— ¿Sabes que cariño? Ya se lo que te pasa — Dijo riéndose de su bebé al verla tan pequeña y enojada — Tú lloras a así, por tu mamá, la extrañas y no puedo ser tan mierda como para alejarte de ella —

Alexandra llora sin parar, tan que mejor escondió su cara en su cuello, tratando de que su papá la consienta, y sin pensarlo, tomo su celular y llamo a la única mujer en el mundo que puede calmarla.

A la mamá de su hija, a Rose.

Lo bueno es que su bebe no tuvo que esperar horas para ver a su mamá, porqué la familia de Rose también. tiene una propiedad cerca a la de la familia real y sabiendo que a nadie le gustaría verla, la recibió en los jardines lejos de la vista de todos.

— Hola pequeña bebe —

Podría jurar que Alexandra estiró sus pequeños bracitos en cuanto escuchó la voz de su mamá, al momento dejo de llorar y en cuánto la abrazó, se hizo un ovillo entre sus pechos, como si todo este tiempo la hubiera extrañado con locura.

¿Pero cómo, si sólo es una bebé?

— Ah, dios, creo que ella te quiere más a ti — Dijo tomando asiento en aquella banca en medio del jardín, soltó un suspiro y se deleitó al ver la lluvia, ahora sin mojarse porque aquella estructura victoriana los protege — Conmigo llora todo el tiempo hasta en el hospital se divierte más con las enfermeras que conmigo —

Rose abrió su abrigo y metió a la bebé en el para cubrirla del frío, le acomodó su gorrito y la recostó en su hombro, después sonrió ampliamente

El Rey (Saga Médicos Parte 3) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora