Capítulo 4

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Andre

Andre se pasó las manos por el cabello llenó de angustia porque no puede dejar de mirar a esa pequeña bebé que lleva en los brazos, esa niña está ahí, tan pequeña como recuerda a sus hermanas, tan diminuta que ahora entiende porqué su papá siempre dejaba caer a los bebés, pero lo que no puede y no quiere entender es porqué su mamá acaba de dejarla, litermente la abandonó y la pobre bebé tiene los ojos muy abiertos llenos de lagrimas porqué no lo conoce y él tampoco la conoce a ella.

Ambos son unos desconocidos que acaban de conocerse raramente.

— ¿Andre vendrás a cenar? La cena esta servida y si te tardas se enfriará ¿Andre estas bien? — Le habló su abuela desde la cocina donde la escucha tararear una canción.

Pero lo que no sabe es que hasta el hambre olvidó, Andre suspiro y cubrió rápidamente a la niña con su manta color rosado que su mamá por lo menos se dignó en dejar, tomo esa gran pañalera llena de las pocas pertenencias de la nene y volvió a entrar a la casa  solamente para tomar su abrigo ocultando a la bebé de la vista de todos con eso.

— No abuela, ya no tengo hambre. Surgió una emergencia en el hospital — Le dijo tratando de sonar lo más creíble posible  — Nos vemos —

Andre salió de la casa de su abuela como alma que lleva el diablo, quizá esta nervioso, quizá no sabe que hacer o quizá ya encuentra al hospital como un refugio a sus problemas, pero caminó hasta allá con rapidez porqué ya no tiene dinero y porqué las luces de la ciudad de la cual su papá es el rey, distraen a una bebé que podría llorar en cualquier momento.

Su cabeza da mil vueltas, no sabe que hacer y sobre todo le duele como mil dolores del infierno, pero sobretodo y lo más importante es que Andre jamás recuerda haber embarazado a ninguna chica, nunca ha sido un hombre mujeriego, siempre es cuidadoso y nunca olvida usar protección, sería un estupido si  abandonara a una chica embarazada y él jamás haría eso, sin embargo, hay una bebé que por extrañas razones es idéntica a él y de la cual no sabia su existencia.

Hubiera sido mejor tomar un taxi y llegar rápidamente al hospital, pero su cartera está vacía y su cabeza está tan llena de cosas que podría explotar en cualquier momento, por eso Andre encontró la tranquilidad en caminar y al llegar, en refugiarse ñ en el cuarto de los casilleros del hospital.

Es medianoche y todo está vacío, sólo están la soledad del hospital, él y una bebé que lleva en brazos, esa qué sube y baja rápidamente su pecho cómo si quisiera llorar porqué no sabe dónde está su mamá.

— Es imposible que seas mi hija, yo...— Le dijo en voz baja a esa bebé con los ojos cristalinos — Pero no puedo negar el parecido físico que tienes conmigo, tú, bueno, eres idéntica a mi —

Andre se pasó las manos por el cabello y cerró los ojos con desesperación. Él dolor de cabeza no baja y la sola idea de enfrentarse a una paternidad estando completamente sólo lo hace sentir peor.

— ¡¿Ahora qué demonios haré?! No tengo dinero, no tengo casa, ni un empleo cierto, apenas estoy comenzando con mi sueño y yo no puedo cuidar de ti, lo correcto  es que no te haga sufrir más y te regresé con tu madre — Dijo en un carraspeo en voz baja, pero a la bebé no me gustó eso y  comenzó a llorar fuertemente, tan fuerte, qué parece que la están matando — No llores, dios, ni siquiera se tu nombre, ¿Bebé?  Solo no llores cariño porqué alguien podría escucharnos y pensarán que te robé de los cuneros —

La acuno en sus brazos como hacía con sus hermanos y hermanas cuando eran tan solo unas bebes, le habló de forma cariñosa, le acarició las mejillas y le quitó las manta, sólo que nada de eso funcionó.

El Rey (Saga Médicos Parte 3) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora