Capítulo 11

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London

London hecho un último vistazo a la casa antes de bajar rápidamente por los escalones y comenzar a caminar por la acera de la calle. Ella parece ser el caballero llevando a su damiselo hasta su casa, cuidándolo de la lluvia y todo lo que se supone que haría un caballero, por lo menos esperaba que Andre la invitará a su casa, quizá a tomar una cerveza y hablar cosas médicas, pero no le molestaría que le de unas clases de anatomía del cuerpo femenino, quizá qué toque un poco por aquí y por allá, de todos modos, desde hace tiempo se le antoja más comerselo a él, que a las galletas y vaya que es adicta a esas cosas de chispas de chocolate.

Claro, todo habría salido bien, si la abuela de Andre no le hubiera cerrado la puerta en la cara. Así que London aferró su sombrilla para que el viento no se la llevé, pero entre el jalones, se llenó de gotas de lluvia arruinando sus perfectos rizos rubios que caen sobre su espalda, en realidad odia caminar, pero para conquistar a un hombre a veces se necesita ser una dama.

— ¡Dios London! ¿Qué estás haciendo aquí? — Le dijo el conductor de un auto negro al estacionarse junto ella — Entra ahora mismo en el auto ¡¿Acaso quieres morirte con esté horrible clima?! ¡Dios, haces las mismas locuras que tú mamá! —

London sonrió ampliamente, sin duda su papá siempre sabe buscarla en el momento perfecto, es como un Ángel guardián, cerró su sombrilla y entro rápidamente al auto, aunque ya sabe que su papá está más furioso que el diablo, así que usando su ventaja de ser la más consentida, se inclinó y lo besó en la mejilla sonoramente.

— Hola papá — Dijo con amor en voz baja — ¿Sabes que hoy te ves más guapo que nunca? —

Su papá por un momento la miró con los ojos llenos de coraje, pero minutos después sonrió de lado y  encendió al auto para regresar a casa antes de que esa horrible tormenta los atrape. London se recargó en su asiento y miró de reojo a su papá.

— ¿Estás muy enojado? — Pregunto de nuevo.

— Tú tienes algo London, no sabría explicarte que es, pero  hace que nunca pueda regañarte

London sonrió al escuchar el suspiro vencido de su papá. 

— Vamos papá, déjale ese trabajo difícil a mamá, a la tía Celine y a la abuela — Lo volvió a besar en la mejilla llenándolo de mucho amor — Tú no puedes regañarme porque soy la hija a la que más quieres, pero no lo digas en voz alta, o los demás se pondrán celosos, digamos que es nuestro secreto —

Cuándo el semáforo se puso en rojo, su papá quitó las manos del volante y se las paso por el cabello, como si para él de verdad fuera muy difícil regañarla.

— ¿Porque estas detrás de ese médico, London? Eres preciosa y podrías tener a quien tu quieras. ¿Pero porque...él? — Le preguntó mirandola directamente a los ojos — A ese chico lo conozco desde qué se arrastraba en pañal por los pasillos del parlamento, vaya que su hermano Christian es un grano en el trasero, pero Andre es distinto, te quiero London y si, eres mi hija favorita, pero no juegues con ese médico, porque a ti se te da muy bien escapar de un momento a otro —

Ups, conversacion difícil, quizá su papá no la regañe, pero con estas charlas siempre la hace sentir tan prqueñita como una bolita de papel.

— No sé porque siempre lo sigo papá, por un momento creí que era coincidencia que nos encontráramos tantas veces en el hospital, pero...—  London paro un segundo para pensar con claridad mientras dibuja un par de cosas en el vidrio del auto empañado por la lluvia — Creó que él me gusta mucho —

El Rey (Saga Médicos Parte 3) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora