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"Un nuevo año"

Los árboles pasaban con una gran rapidez por la ventanilla del coche de mi padre, aún se podía sentir cálida brisa del verano que no se había ido. Mentiría si dijera que estaba emocionada por volver, digo, es mi último año y todo eso, pero pensar en la universidad me daba pavor.

Miré hacia mis padres, que tampoco es que tuvieran una vida alocada, de viajes a todas partes del mundo todo el tiempo que me impidiera seguir con mis estudios, pero decidieron que era buena idea mandarme a un internado.

Tampoco que estuviese quejandome, he hecho buenos amigos allí y vivo la mejor vida. Eso es lo que más voy a extrañar cuando se termine este año escolar.

—¿Juliet? —mi padre miró por el retrovisor. Me di cuenta que ya estábamos aquí.

—Lo siento... —me disculpé por estar inmersa en mis pensamientos. Mamá puso mala cara al escuchar esas palabras, estaba trabajando en eso, en dejar de disculparme por las más mínimas cosas. Sentí la necesidad de volver a repetir esas dos palabras; pero, me callé.

Cuando salímos del coche comencé a analizar el lugar para localizar a mis amigos.

—¡Giulietta! —Lorenzo apareció detrás de mí y nos fundimos en un abrazo.

—Necesitas contarme todo de Italia...

Lo farò di sicuro.

No entendí, pero espero que sea un sí —él rió y ambos fuimos en busca de nuestros amigos, pero antes mi madre me tomó del brazo.

—Tienes que saludar a tu tía, recuerda que nos esta haciendo un gran favor en tenerte aquí.

Tal vez, omiti una parte de la historia. Marie Anne, era mi tía, la dueña y rectora del internado, ella me adoraba y yo a ella. Pero, odiaba que mamá saque el tema, que dijera que le debían un favor solo por hacerme entrar aquí, aunque era así, odiaba que sintiera que le debía algo por eso.

—Oh, me pongo nostálgica Juliet, no puedo creer que sea este tu último año —nos abrazamos por unos segundos, al separarnos ella pincho mi mejilla con sus dedos— no se que haré cuando te vayas de aquí.

—Tendrás para regañar a alguien, lo aseguro.

—¿Como es eso? —dijo mi madre alterada.

—Nada, mamá.

—Gracias, hermana —dijo mi padre y se dirigió a mí— ¿comportate niña, si?  —asentí y le di un abrazo, sintiendo el perfume a pino de su camisa, algo que recordaba siempre— me vas a hacer llorar —los dos reímos— estudia mucho, ten cuidado y come bien.

—Claro que sí papá.

—Promete que nos llamaras o mandaras un texto cada noche. Hazle acordar Marie —le dijo a mi tía.

—Lo prometo, papá —puse mis ojos en blanco y el volvió a reír, me dio un beso en la mejilla.

—Adiós, Juliet, te quiero.

—Yo también... —esas palabras quedaban grabadas en mí durante todo el tiempo que no les veía. Cada año pasaba lo mismo, guardaba tan bien este día en mi memoria para ayudarme cuando estaba triste; que era, tal vez, la mayoría del tiempo.

—Juliet Anne —mi madre se dirigió hacia mí, usando mi nombre completo, algo que odiaba — comportate, come bien, haz caso y llámanos —asentí, ella me dio un abrazo algo incómodo, no me llevaba muy bien con ella, supongo que fue porque durante las visitas a lo largo de estos años nunca ha venido, y por ocultarme su separación por un año entero.

El Internado •Timothée Chalamet Donde viven las historias. Descúbrelo ahora