8

2.4K 209 11
                                    

"Luego del sueño"

Mi noche había sido exitosa cuando volví a abrir mis ojos en la mañana y no había tenido ningún otro tipo de sueño con él.

Estaba nerviosa por volver a verle, como si pudiera saber que soñé con él la noche anterior. Me aliste antes de bajar a desayunar con mi padre.

—Hice tu favorito...

—¿Huevos revueltos con beacon? —el asintió y me dio un recipiente para dejarlo sobre la mesa— ¿sabes? Timothée toma el café igual que tu, sin azúcar... —mi voz se fue apagando cuando me di cuenta que salía de mi boca.

—¿Ah, sí? —me miró con una ceja enarcada.

—Sí... —nos sentamos y serví café en mi taza— papá, no me gusta. Solo fue un recuerdo.

—Yo no dije nada —levantó sus manos en forma de defensa, ambos tomamos de nuestros cafés.

—Es bueno estar en casa...

—Sí, es bueno que estes aquí —le di una sonrisa, él la respondió.

—Siento lo de ayer, yo no recordé...

—Esta bien, Juls. No te preocupes —me tomó de la mano— cuando tu madre tuvo a los mellizos me alegré mucho por ti, sabía que querías hermanos.

—Esta bien...

—Y yo te tengo a ti. Estoy más que feliz por tenerte conmigo. No necesito a nadie más.

—Sí, es cierto —dije mirando a mi regazo.

—¿A que hora llegan tus amigos? —miré mi celular, todavía tenía los mensajes de Nolan sin leer.

—Creo que como las 11 o algo así.

—Tenemos tiempo para ir al centro comercial a tener tiempo de calidad como padre e hija.

Luego de que terminaramos de desayunar y yo me cambiase de atuendo, los dos nos montamos en el coche. Mi padre insistió que conduzca yo, porque había sacado mi licencia y hacia más de un mes que no pisaba un coche.

—Si quieres morir papá... —dije mientras arrancaba y comenzaba a andar por la calle.

—No vamos a morir, te ha enseñado el mejor —reí sin despegar mi vista de las calles.

Puse la música que me gustaba, fuimos cantando algunas de las canciones de Ariana Grande en el camino y eso me hacía ansiar cada vez más volver a la ciudad, vivir mi vida junto a mi padre y poder ver a mamá y a los niños en cualquier momento que quisiera.

A decir verdad, yo ingresé al internado hace más de seis años ya, en mi primer año de secundaría. A el motivo no quiero recordarlo.

Recuerdo que el alojamiento era demasiado caro para que mis padres en la situación de ese momento pudieran pagarlo, de lo cual se encargó Marie Anne durante unos pocos años, hasta que papá pudo comenzar a pagarlo.

De hecho, en mi segundo año, me había ofrecido volver a una local, pero ya había conocido a mis amigos, lo cual hizo que me quedara por el resto de mi secundaria allí.

—Dobla a la izquierda aquí —dijo papá y yo reaccioné— te vas por unas semanas y ya te olvidas de la ciudad.

—Lo siento... —quise darme una bofetada allí mismo y agradecería si mi padre lo hacía.

—Veo que todavía no puedes dejar de decirlo...

Le di una sonrisa algo falsa, como para tranquilizarlo. Aparque en el estacionamiento y nos bajamos.

Nuestro día, ahora mañana, de padre e hija consistía en ver las tiendas de ropa, que rara vez compraba algo, pero lo que mas me emocionaba era ir a la tienda de vinilos a encontrar mis álbumes favoritos. Además íbamos a hacernos la manicura y luego a almorzar a mi restaurante favorito.

—Hice la cita con la manicurista a las 9.30, faltan como treinta minutos ¿quieres ir a ver ropa? Tienes que comprar algo bonito para la fiesta de esta noche —comenzó a caminar rápido, odiaba que haga eso, intenté seguir su paso— y con más razón si ese chico va a estar allí...

—Papá... —le advertí.

—Déjame comprar algo para ti, solo hoy.

No dije nada y seguí sus deseos, fuimos a varias tiendas, él comenzó a amenazarme con que llegaríamos tarde a la manicura si no nos apresurabamos.

—¿Que te parece este? —era un conjunto de dos piezas con falda negro a cuadros.

—Niña... te ves, como una mujer... —parecía algo sorprendido ante tal obviedad— ya sacatelo que lo llevas.

—¿Te parece? —me miré al espejo— es algo entallado y...

—¡Sin peros!

Luego de un largo tiempo en la manicura y de que hayamos comprado algunos vinilos, mi padre me llevó hacia la casa de Jake y Jo, quienes habían llegado hace una hora con el resto de mis amigos.

—Gracias papá... pasé un día de maravilla —le di un corto abrazo y él me besó la frente.

—Me alegro, Julie. Yo igual —comenzó a ayudarme a bajar las cosas cuando Lorenzo y Claire aparecieron por las puertas de entrada— ¡Hola chicos!

—¡Robert, que gusto verle otra vez! —Lo dijo entusiasmado dándole un corto apretón de manos.

—¡Papá Niss! —Claire se abalanzó sobre él y todos reímos.

—¡Mi segunda hija! Te he extrañado.

—Y yo a ti...

—Bueno, bueno. Vamos que me pongo celosa —bromee y los chicos ayudaron a cargar mis cosas— adiós papá, dentro de un mes nos volveremos a ver.

—Estaré contando los días —esta vez el abrazo duró un poco más y algunas lagrimas amenzaron en salir— adiós chicos.

Nos despedimos de mi padre y subimos en elevador al apartamento de nuestros amigos, Claire no paraba de hablar de lo mucho que se habían emborrachado la noche anterior y como mi tía casi los descubre.

Al entrar estaban todos allí, el nerviosismo que en algún momento desapareció, volvió. Cada uno comenzó a saludarme, cuando llegó el momento de Tim fue de los mas incomodo, como si supiera del sueño de la noche anterior. ¿Era imposible, no? Sí, era imposible que sepa de eso.

—No sabes la falta que has hecho... —Jo dijo agarrandose de mi como un koala.

—Me fui por una noche, literalmente.

—Fue como una eternidad para mí.

—Y para mí —habló Jake.

—Para todos en general —completó el italiano.

El Internado •Timothée Chalamet Donde viven las historias. Descúbrelo ahora