24

2.3K 170 6
                                    

"Adiós, por ahora."

La semana de vacaciones por las festividades estaba aquí y no podía estar más agradecida. Los exámenes habían logrado acabar con las pocas neuronas que me quedaban.

Todos estábamos en el patio delantero esperando por nuestros padres o a quienes no los pueden buscar, irían en autobús a la ciudad.

—Así que nos vemos en Nueva York cuando vayas a casa de tu madre —dijo Lorenzo.

—Claro que sí, estaré allí para molestarte y ver a mi pequeña —Giu era su hermanita pequeña. Ella y yo nos amábamos, teníamos muy buena relación, es una niña encantadora.

—Odio que ella se robe toda la atención —puso sus ojos en blanco y nos abrazamos.

—Niña, si no respondes los malditos mensajes cuando estemos en la ciudad te asesino —habló Claire.

—Sí, juro ir a buscarte y asesinarte con estas manitas —agregó Jo. Nos abrazamos y ellas se fueron con sus padres.

En las últimas semanas nuestra relación habia mejorado, y espero, que todo siga así.

—Adiós Ju, ten un buen viaje —se acercó Jake, nos dimos un abrazo, le dio la mano a mi padre y se fue detrás de su hermana.

—Nos vemos, Niss —Timothée apareció por detrás.

—Te texteo cuando esté en Nueva York, ¿sí? —él asintió, estire mis brazos y se puso a mi altura para darnos un cálido abrazo. Nos quedamos así por unos segundos, se sentía tan reconfortante.

—¿Nos vamos, Ju? —habló mi padre, sacándonos del trance.

—Claro... —subimos al coche y volví mi atención al castaño— adiós, Timothée.

—Adiós, Juliet. Ten un buen viaje... —mi padre puse en marcha el coche, aunque Tim no se movía de allí.

—Y tú... —saludé con mi mano cuando comenzamos a andar, y él, hizo lo mismo.

—¡No puedo creer que no estén saliendo! —papá golpeó su mano contra el volante.

—¿Qué? —me hice la desentendida y observe la carretera con un rostro neutro.

—Tú y Timothée —puse mis ojos en blancos y le subí a la radio, él hizo lo contrario para molestarme.

—Sólo somos amigos, papá —resople.

—¿Y pretendes que te crea?

—Papá, es la verdad... —miré por la ventanilla los árboles que se deformaban por la velocidad.

—¿Así qué lo veras en Nueva York?

—Y a Lorenzo...

—Está bien... —rió y fijo su vista en la carretera.

—¿Sabes por qué tu hermana también esta insistente con el tema? —él se encogió de hombros— ¿no tiene nada que ver contigo, no?

—¿Piensas que Marie Anne me cuenta con lujo de detalle todo entre tú y él? —asentí— pues, estas en lo correcto.

—¡Papá!

—¡Ella se ofreció a ser mi espía! —reí ante eso. Estos dos iban a matarme.

—No puedo creerlo...

—¿Irás por fin de año con tu madre? —claro, estábamos a una semana de navidad y todavía no me había decidido.

—Uhm... —estiré mi saco hasta cubrir mis manos con las mangas—... no lo pensé todavía.

El Internado •Timothée Chalamet Donde viven las historias. Descúbrelo ahora