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"Un mes."

Abrí mis ojos cuando un ruidoso trueno resonó en toda la habitación.
Era el quinto día que llovía en la semana y ya me estaba cansado.

Parecía que los días estaban acorde a mi humor, porque no podía dejar de sentirme vacía y llorar cada vez que estaba sola.

Miré mi teléfono, cero noticias de él. Hoy justamente, hace un mes que se fue del internado.

Nuestra despedida fue muy genérica, todos estaban allí, pero yo hubiese mandado todo al diablo y lo hubiera besado allí si solo él me habría dado una señal de que si quería. Pero fue frío.

Supongo que así fue su mejor manera de sobrellevar esto. Para él tampoco fue fácil.

Pensé que no iba a ser tan difícil. Digo, lo he evitado por días, hasta por semanas. Pero es diferente cuando estaba aquí y podía verle todos los días, a que ahora parece haber desaparecido de la faz de la tierra.

Faltan pocas semanas para que nuestro último año termine. Mi mente debería estar pensando en las universidades en las que envié mi carta de aplicación, pero en cambio, solo pienso en Timothée.

Mi tía se negó a decirme donde estaba, si se encontraba bien o una ínfima cosa que me dejase tranquila.

Papá me alentó a que aplicara en universidades de fuera del país. Por eso envié a varias de Europa, dijo que tal vez así podría empezar mi vida de cero y olvidarme de todo esto.

Y tal vez tiene razón, irme de aquí sería mejor. Todos mis amigos se irían a distintas partes del país y Lorenzo a Italia otra vez, no le veía la razón de no hacer lo mismo.

—¿Vas a contarnos la verdadera razón por la que estas así? —habló Jo cuando me senté en la mesa de la cafetería.

—¿Así como?

—Triste... —puse mis ojos en blanco.

—¿Que había entre tú y Timothée? —dice Lorenzo. Mike mira hacia otro lado, él sabe todo sobre lo nuestro, era él único en el que podía confiar.

—Eramos muy buenos amigos, solo eso...

—¿Y por eso estás así como si te hubiese dejado tu novio? —las  lágrimas parecían haberse agrupado de golpe en mis ojos. Parpadee varias veces para alejarlas.

—¿Que dices? Solo éramos amigos.

Y no estaba mintiendo, solo éramos amigos.

Amigos que se amaban de otra forma, que follaban y tenían celos del uno del otro, que se cuidaban como si fuesen novios. Pero solamente éramos amigos. Éramos, ahora solo somos desconocidos.

—Permítete estar mal, Juls. No mientas, no te juzgaremos— los cinco me estaban mirando y no pude mantener el contacto visual.

—Nunca lo platicamos, pero tal vez si éramos más que amigos —Jo acarició mi espalda lentamente, dándome apoyo— pero no quiero pensar más en él. Se fue, debemos ocuparnos en nosotros.

Todos asintieron, entendieron que quería dejar de hablar de él.

[...]

Isaac por fin había desaparecido y el profesor Moore había vuelto.

Todo parecía haber vuelto a la normalidad, pero seguía sintiéndome vacía.

El día escolar había terminado y como hago todos los días desde que él se fue, vuelvo a nuestra cabaña.

Allí sigue su sudadera y parece que dejó su perfume impregnado en las paredes. Mi corazón se estruja cuando me encuentro sola allí y pienso en todo lo que hemos vivido aquí.

El Internado •Timothée Chalamet Donde viven las historias. Descúbrelo ahora