34

1.9K 156 18
                                    

"No eres la misma."

Lorenzo pateaba mi silla para que le mirase, pero era imposible pasarle alguna de las respuestas del examen porque la profesora era como un halcón.

Miré hacia delante, crucé mi mirada con la de Timothée, que pareció quemarme y dejarme sin aire por unos segundos. Había comprendido mi mensaje, no se acercó a mi en esta semana y lo único que hacía era dedicarme miradas de odio mezcladas con confusión.

—¿Señorita Niss, necesita algo? —preguntó la profesora y mis mejillas se tiñeron cuando todos voltearon a verme.

—No, lo siento... —Lorenzo volvió a golpear mi asiento y escribí en un papelito "no puedo ayudarte" y se lo tiré en su pupitre. Al abrirlo suspiró y desistió.

Pasaron unos pocos minutos y yo ya había terminado el exámen, estaba relajada porque me había quemado las últimas pocas neuronas que me quedaban estudiando.

—Quienes hayan finalizado pueden entregar —me puse de pie al igual que otros de mis compañeros. Al dejar mi hoja y voltrarme me choco directamente con el pecho de alguien e instintivamente sobo mi frente que había recibido todo el impacto.

—Se más cuidadosa, Niss... —al ver a Timothée frente a mí, más cerca de lo que hemos estado estos últimos días mi corazón comenzó a latir fuerte. Él no esperó una respuesta, dejó su hoja y volvió a su asiento.

Me apresure a hacer lo mismo, porque no quería quedar como una boba allí por un segundo más. Analicé toda la sala y algunos seguían con el examen y otros solamente leían algún libro o jugaban con sus celulares.

Observé de reojo a Timothée, por más que no quisiera mi vista siempre iba directo a él, no podía dejar de verle. Él estaba escribiendo algo en un pequeño cuaderno, luego puse uno de sus rulos detrás de su oreja y lamió sus labios. Aparté la mirada y traté de concentrarme en otra cosa.

Imágenes de todo lo que he hecho con el en Nueva York o incluso lo que hicimos en la cabaña días atrás bombardean mi mente.

No puedes sacarlo de tu cabeza.

No, no puedo y eso me tortura. Timothée es mi tortura.

La campana me saca del trance, recojo mis cosas y camino apresurada hacia la puerta. Cuando salgo hacia los pasillos es como si pudiera respirar aire fresco y me tranquilizo.

Vuelvo a mi dormitorio y me tumbo en la cama, no tenía idea donde estaban mis amigas pero tampoco me quejé, mejor para mí estar sola.

Active mis bocinas y puse 'Ninety– Jaden Smith'  a un volumen considerable. La puerta se abrió pero no miré.

—Estaba pensando en ustedes ¿como.. —una mano me toma rápidamente y me pone de pie, quedo pegada a Timothée quién tiene sus ojos oscuros y su respiración agitada— ¿qué...

—Cierra la boca... —sus labios impactaron contra los míos y comenzó un beso salvaje. No sabía que había estado necesitando esto. Pero lo recibí rápidamente— vendrás conmigo sin decir una maldita palabra si no quieres que te folle aquí y que tus amigas nos encuentren.

Asentí y él volvió a besarme. Tomó mi mano y salimos de allí, fuimos todo el camino hasta la salida del internado de la mano, a él parecía no molestarle que todos nos estuvieran clavando las miradas y susurrando.

—Quítate la ropa —me dijo cuando entramos en la cabaña. Dudé unos segundos y él se acercó a mi, tirando de mi chaqueta— ¿estas sorda o qué?

Comencé a hacer lo que me dijo, me quité mi ropa hasta quedar en ropa interior. Mis brazos como reflejo se abrazaron a mi cuerpo por el frío.

—Dije que te quites todo —suspire y me quité la ropa interior, quedando totalmente expuesta ante él y volví a taparme. Por una parte me prendía este juego que estaba haciendo, pero por otro me sentía humillada— solo para que sepas... no voy a ser amable.

Posó sus manos en mis caderas, el calor que emitía se sentía tan bien que contrastaba con mi piel. Cerré mis ojos cuando sentí sus labios en mi cuello.

—No te entiendo, Juliet. No eres la misma de siempre... —comenzó a bajar y tomó uno de mis senos con su boca y el otro con la mano, gemí ante eso y el tiró de mi pezón— ya no puedo mirarte a los ojos y saber que pasa contigo...

Sus labios volvieron a los míos y sus manos ahora bajaban y subían por todo mi cuerpo, haciéndome estremecer.

—He intentado darte tú maldito espacio... pero no puedo, no puedo quitarte de mi mente, te necesito —su mirada fija en la mía mientras hablaba, su mano en mi entrepierna— parece que de el único modo que puedo tenerte es así... —introdujo dos dedos en mí— tampoco que me este quejando... —comenzó a moverlos, con un ritmo rápido, un quejido salió de mis labios y cerré mis ojos.

—Mírame... —volví a abrirlos para encontrarme con sus ojos completamente oscuros— si es esta la única forma en la que puedo tenerte... —estaba luchando por no cerrar mis ojos y caer ante sus pies porque mis piernas estaban temblando. Él vio mi reacción y me recostó sobre el sofá.

—Déjame tenerte así... —sacó sus pantalones y buscó un condón. Me besó y luego se lo puso— dime que me necesitas... dilo aunque no sea verdad.

—Te necesito, Timothée... —él me embistió sin avisarme, solté un quejido, pero él siguió moviéndose sin piedad. Dijo que no iba a ser amable.

—Dime que eres mía... que nadie puede follarte como yo lo hago —su voz parecía como un sollozoso, como si pedirlo le doliera. Comenzó a moverse.

—Ah... Timmy... —lo único que pudo salir de mi boca fueron esas palabras.

—Dilo, Juliet.

—Soy tuya... —sus embestidas eran cada vez más rápidas y no sabía cuanto tiempo más podría aguantar esto— solo tuya. Tú eres el único... —un gemido se escapó y él me besó— él único que puede follarme así.

—Te amo... —abrí mis ojos cuando esas palabras salieron de su boca, él estaba completamente atento a mí, sentí la necesidad de decirlas también.

—Te amo... —salieron sin pensar demasiado, supongo que mi mente estaba muy nublada como para procesar eso y saber que era mala idea, aunque realmente lo sintiera— estoy cerca...

Me besó, dio unas últimas embestidas y ambos llegamos al clímax. Estaba descansando sobre mi pecho y yo acariciaba su cabello. Odiaba admitirlo, pero amaba estar así con él.

—¿No te irás corriendo, verdad? —puse mis ojos en blanco.

—No esta vez...

—¿Luego de esto volverás a ignorarme? —su pregunta hizo mi corazón estrujarse.

—No lo sé... —él suspiró, pero no dijo nada más.

Nos quedamos así por unos minutos más hasta que luego de mucha lucha interna mis ojos se cerraron.

El Internado •Timothée Chalamet Donde viven las historias. Descúbrelo ahora