Capítulo 18

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Samantha.

La luz del sol empieza a salir, colándose por algún lado. Supongo que las cortinas no fueron cerradas bien anoche y por eso siento un rayo de luz chocar contra mi cara.

Sin tener que abrir lo ojos, reconozco quien me rodea con sus brazos, recordando lo que sucedió anoche... ¿anoche?, ¡mierda, Alex! No le dije nada, ni siquiera una mentira y se quedaría esperando por mí. Anoche después de estar con Matthew simplemente me quedé dormida.

Abro los ojos y me encuentro con la habitación del hotel. Matt me rodea la cintura con su brazo y me tiene aprisionada contra él. Intento levantar su brazo para poder levantarme, pero como he dicho, intento, porque cuando lo hago, reacciona pegándome más a él, quejándose entre sueños. Intento de nuevo, pero nada.

Necesito irme. Ni siquiera sé qué voy a decirle a Alex de porque no llegué anoche a casa, pero justo ahora, con Matthew completamente desnudo y pegado a mi espalda, no puedo pensar.

—Matt, tengo que irme —digo, intentando levantar su brazo.

—Mmm —se queja.

—En serio debo irme.

—No —murmura, desconcertándome y pegándome más a él.

—¿No qué?

—No te vas —responde.

—Eso no lo decides tú —anuncio con el ceño fruncido, así esté dándole la espalda y no pueda verme.

—Quédate todo el día conmigo —propone.

—Estás loco. Debo trabajar y tengo otras cosas que hacer —intento sacar su brazo y me quejo cuando no me suelta—. Suéltame, Matt. En serio debo irme.

—Tenía mucho tiempo que no te escuchaba llamarme de una forma que no fuese tan formal. Extrañaba escucharte llamarme de forma cariñosa —confiesa en mi oído.

—No soy la única que te ha llamado de esa manera —ruedo los ojos, aún sabiendo que no me ve.

—Es verdad —concuerda—, pero todo lo que venga de ti me encanta, hasta nuestras peleas, porque eso para mí es amor.

—¿Pelear para ti es amor? —pregunto incrédula.

—Sólo sí es contigo. Hemos peleado desde que nos conocemos y míranos ahora como estamos, acabamos de despertar juntos después de haber hecho el amor anoche.

—Calla —siseo.

—¿Por qué? —pregunta desconcertado.

—Porque sí —espeto.

—Esa no es una respuesta muy coherente —se burla, quitándole fuerza al agarre que tiene en mi cintura, dejándome pase libre para salir de la cama, vestirme y salir de aquí a la de ya—. ¡Oye! —se queja cuando salgo de la cama como si tuviese un cohete en el trasero—. Pensé que pasaríamos el día en la cama.

—Tú puedes pasar el día en la cama tranquilamente, pero yo tengo cosas que hacer más importantes que estar en una cama todo el día —respondo, buscando mi ropa interior y colocándomela—. Además, por sí no te acuerdas, tienes una esposa esperando por ti en casa y a mí también me esperan en la mía —digo como si el remordimiento de conciencia no empezara a atacarme a la velocidad de la luz.

Bufa quejándose, mientras hunde la cara en una de las almohadas.

—No tenías que arruinar nuestro momento nombrándolos.

—No podemos ignorar la realidad —abrocho mi pantalón luego de colocármelo y meto la blusa color plata dentro de él—. Y esto fue un total e...

Resurgir (libro II) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora