Capítulo 11

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¡Sorpresa!

Hoy hay mini maratón.

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Matthew.

Suelto un suspiro al cerrar la puerta detrás de mí.

Ya estoy cansado de tener las mismas peleas siempre con Olivia. Antes de reencontrarme con Sam igual siempre la nombraba, recordándomela cada vez que podía y ahora que vuelvo a estar cerca de ella, no dejará de fastidiarme.

Necesito irme de este hotel y si pienso quedarme a vivir, tengo que conseguir un apartamento porque no pienso vivir en el hotel, aunque no suena mal porque tengo mi propio espacio y privacidad y no tengo que estar soportando a Olivia siempre, pero no quiero vivir en un hotel.

Saco el teléfono de mi pantalón y marco el número de la que será mi nueva asistente, para que busque apartamentos porque quiero comprarme uno y lo necesito lo suficientemente grande como para no tropezar con Olivia a cada rato.

Me deshago del nudo de la corbata y la dejo sobre la cama. Me quito el saco del traje y desabrocho los primeros tres botones de la camisa que llevo puesta. Camino al bar y me sirvo whisky en un vaso y camino hasta el balcón. Apoyo los brazos sobre la barra de metal y doy el primer trago a mi vaso mientras el recuerdo de Sam en su oficina esta tarde vuelve a mi mente.

Mi miembro reacciona con el simple recuerdo de sus fluidos mojando mis dejos mientras que su aliento chocaba en mi cuello, gimiendo gracias a lo que le provocaba mi toque.

Necesito repetir el momento e ir más allá de lo que hicimos, pero no quiero asustarla y ahuyentarla. Necesito ir paso a paso, recordándole lo que éramos cuando estábamos juntos hace tres años. Necesito hacerla recordar las cosas buenas que vivimos en el tiempo que estuvimos juntos.

Samantha.

Dejo el bolso sobre la cómoda que está junto a la puerta y camino hasta la habitación principal donde escucho la televisión encendida. Entro y encuentro a Alex vestido con sólo el pantalón de dormir, sentado sobre la cama con la espalda pegada en la cabecera de esta, las piernas cruzadas y la vista fija en el televisor mientras escucha atentamente lo que el reportero dice. Apenas se fija de mi presencia, apaga el televisor y fija su atención en mí. Lo veo levantarse, llegar hasta donde estoy y cogerme por la cintura.

—Hola —susurra antes de dejar un suave beso sobre mis labios. Es tan leve, que mis labios cosquillean. Mis ojos se cierran por la caricia.

—Hola —susurro también—. Pensé que ya estarías dormido.

—¿Por qué estaría dormido si mi prometida no ha llegado a casa y no está entre mis brazos para poder dormir tranquilamente? —abro de nuevo los ojos y lo encuentro viéndome divertido—. Además que no me podía dormir sin terminar lo que iniciamos en tu oficina.

—Pensé que eso se te había olvidado.

—Nunca se me olvidará ni se me quitarán las ganas de hacer el amor contigo —baja la cara a mi cuello y empieza a dejar suaves y húmedos besos en esa zona—. Eres mi vicio.

No digo nada y sus besos suben por todo mi cuello llegando a mi mentón, deja besos ahí antes de llegar a mis labios y rozarlos. Su agarre en mi cintura me pega a su pecho y su lengua se abre paso entre mis labios antes de intensificar el beso.

Mis manos viajan por toda la piel expuesta de su espalda mientras que mis labios le responden con el mismo deseo.

Escucho como mi teléfono suena en mi bolso a la distancia, pero ninguno le da importancia y seguimos con el beso y las caricias, pero cuando vuelve a sonar por segunda vez, nos separamos y Alex lo hace de mala manera.

Resurgir (libro II) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora