Samantha.
Retoco por última vez el labial carmesí que me he colocado, antes de levantarme de la silla de mi tocador y caminar hacia el espejo gigante que está en el armario.
El día que salí con las chicas me compré un vestido negro formal para el evento que se celebra hoy; este destila sensualidad, pero al mismo tiempo es elegante y formal como lo amerita la ocasión, es de una sola manga que consiste en una pequeña tira que reposa sobre mi hombro, en la cintura es entallado y más abajo es un poco suelto—sólo lo suficiente como para poder moverse con naturalidad y no estar como una estatua tiesa de la cabeza a los pies— en una sola capa de tela negra muy oscura, con una abertura desde la mitad del muslo de mi pierna izquierda. En los pies llevo unos tacones de sandalias negros no más de 10 centímetros de altura. De joyas sólo llevo unos aretes de piedras negras grandes y el anillo de compromiso.
El maquillaje es algo sencillo porque no quiero que sea eso lo que llame la atención, me he hecho un delicado delineado sobre mis ojos y he sombreado con negro la parte baja de estos, haciendo resaltar el café claro en mis ojos. El resto es lo básico de un maquillaje y me he pintado los labios con un labial color carmesí. El cabello lo he llenado de ligeras hondas desde la mitad de este hasta las puntas que tocan con ligereza mi cintura.
Me gusta como me veo.
Me siento sensual y me gusta sentirme de esa forma.
En el pasado, hace tres años exactamente, jamás hubiese pensado en vestirme como lo estoy hoy y mucho menos sentirme de la forma en la que me siento al estar vestida así. Era una muchacha simple, que no le gustaba llamar la atención y que sólo quería vestir con ropa sencilla, normal y cómoda, pero ahora, me gusta vestirme más sensual, llamativa. En el trabajo formal, pero con su toque sexy, y en las fiestas así; elegante, pero sin dejar lo sensual a un lado. No es que ame llamar la atención ahora, pero sí me gusta que me noten.
Y hoy es un día para irradiar sensualidad y elegancia por los poros, no dejaría pasar esa oportunidad.
Un movimiento detrás de mí llama mi atención y dejo caer los ojos ahí a través del espejo, apartándolos de mi reflejo. Me encuentro con la figura alta de Alex, que me mira con esos ojos azules, apoyado en el umbral de la puerta con las manos metidas en los bolsillos del pantalón del traje que lleva puesto.
—Estás... —suelta un suspiro—. No existen palabras para expresar lo increíble, hermosa y maravillosa que te ves. Ni juntando esas tres palabras y las demás que se me vienen a la mente, describen como luces —murmura sin dejar de sonreír alucinado, con un brillo en esos ojos azules que me han sacado más suspiros de lo esperado.
Sin poder evitarlo, sonrío sintiéndome la persona más hermosa y sensual del mundo porque así es como me siento a través de sus ojos... y en los de Matt...
Matthew...
Han pasado creo que cinco días desde la última vez que lo vi en el pasillo de aquel hotel. No he vuelto a verlo porque he estado evitándolo a más no poder, pero sé que todo ha sido en vano porque mis pensamientos han estado con él cada minuto, segundo y microsegundo que ha pasado.
Hoy lo veré de nuevo y sé que todos mis esfuerzos se irán al garete, porque con sólo recordar lo que hemos hecho en aquella habitación mis piernas tiemblan, las manos me sudan, el corazón se me acelera y la boca se me seca y se me vuelve agua al mismo tiempo al recordar sus besos y querer hacerlo de nuevo.
Llevo cinco días más hundida en mis pensamientos que concentrada en el trabajo o compartiendo como quiero con mi familia. Matthew me afecta de tal manera que sólo puedo concentrarme en él y en nada más.
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Resurgir (libro II) ✔️
RomanceDespués de tres años desde la última vez que se vieron, desde la última vez que sus miradas se cruzaron y cada uno tomó su camino en dirección opuesta al otro, vuelven a encontrarse. Sus caminos vuelven a cruzarse. *** Sam ha seguido hacia adelante...