Liam salió, como cada mañana, a las 7:45 de su departamento para subir a su coche, el cual lo esperaba en el estacionamiento para llevarlo al trabajo, estaba exactamente a 15 minutos desde el edificio en el que vivía a su trabajo. Así comenzó su día, como cualquier otro.
Ese día en especial, Liam tenía un presentimiento, no sabía que era lo que pasaría, pero estaba seguro de que no sería un pequeño acontecimiento, como seria el ver a alguien de la infancia, lo que iba a suceder era algo grande, pero no se imaginaba que era lo que podría mejorar su vida, cuando él ya lo tenía todo. Por supuesto, nunca consideró que podría empeorar.
Salió del estacionamiento y para su sorpresa, el coche no estaba funcionando bien, estaba haciendo un ruido extraño y de pronto, el motor se apagó estando sólo a unas cuantas calles de su departamento. Después de varios intentos fallidos de volver a encender el coche, tomó su celular y marcó el número de su padre. Bastaron tres tonos para que contestara.
– ¿Hola?
– Hola, papá.
– Hola hijo, ¿estas bien? ¿Necesitas algo?
– Estoy bien, pero mi auto no lo está– dijo extrañado, frunciendo el ceño mientras miraba el capo desde el interior del coche– Necesito que le digas al alguien que vaya por una grúa y lleve a mi coche a la agencia, estoy a dos calles de mi departamento, justo enfrente.
– ¿Qué le has hecho a ese coche?– suspiró con resignación.
– No había nada malo con él hasta esta mañana– torció los labios, confundido por el mal funcionamiento del vehículo– Como sea, necesito la grúa de la agencia.
– Claro, le diré a Sarah que le avise al mensajero que estarás ahí.
De pronto, el hecho de esperar al mensajero estando completamente sólo en la calle, sin ninguna clase de protección, le aterró por completo.
– ¡No le digas que estaré aquí!– no se dio cuenta que había gritado hasta que terminó la frase- Disculpa, no le digas que lo estaré esperando aquí. Dile que le pida a mi secretaria que le de el duplicado de mis llaves y que venga por él, ya voy para allá.
– ¿Quieres que envíe un coche de la empresa?– preguntó un poco preocupado por la reacción de su hijo.
– No, yo me voy sólo. Tengo varias cosas que hacer y no tengo tiempo que perder. No te preocupes, sólo envía al mensajero.
No quería quedarse en ese lugar ni un minuto más, tenía la extraña sensación de estar siendo observado pero ambos lados de la acera estaban completamente vacíos. Eso le asustaba aún más.
– De acuerdo, ten mucho cuidado. Toma un taxi que se vea seguro, ¿de acuerdo?
– De acuerdo, nos vemos en media hora. Máximo.
Salió del coche y comenzó a caminar hacia la avenida. Al no ver taxis acercándose, decidió irse caminando. Quería hacer lo posible por llegar a donde hubiera algún peatón, no sólo coches en la avenida.
Un par de calles después, una señora de unos cuarenta años salió de una tienda y comenzó a caminar delante de Liam, jamás se había sentido tan agradecido de no encontrarse solo. A Liam le gustaba la soledad, pero no le gustaba estar solo y sentir que no lo estaba. Era la primera vez que lo experimentaba, y no le había agradado en absoluto.
– ¿Disculpa?
Estaba tan inmerso en sus pensamientos que al escuchar una voz fuera de su mente lo hizo dar un pequeño salto. Volteó a todos lados antes de encontrarse con un chico alto, bien vestido. Tenía una cara con facciones dulces, pero muy masculino.

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Estocolmo [THIAM]
Ficção AdolescenteLiam es un chico de 24 años. Es el único hijo de la adinerada familia Dunbar. Su padre era el dueño de casi la mitad de las empresas del país, y su madre era la dueña del 45% de QVC. Theo Raeken, por otra parte, se dedicaba a hacer "negocios", tenie...