FRIENDS • Terminada [Sin Editar].

017

Haneul estaba recostada en su habitación, abrazada a su almohada, pensando en cómo "acabaría" con Nancy.

Estaba tan sumida en su pensar, que no se percató cuando Jin entró a verla, Yang Mi, su madre y Solar habían ido al supermercado a hacer las compras, sabían de antemano que Haneul odiaba ir al supermercado, le parecía demasiado cansado y tedioso. Según Jin, su hermana menor era un hombre atrapado en el cuerpo de una mujer.

Tomó asiento junto a ella acariciando su sien, — si piensas demasiado acabarás con las pocas neuronas que te quedan, — ella solo soltó un gruñido como un perro enojado, — anda, dime algo no me gusta verte así.

— No podré ver a papá durante un tiempo, — aseguró, — no quiero verlo, me traicionó.

— Según me dijo Jisoo, papá la contrato porque Bambam, pidió a alguien distinto para su marca, y se la encontró y así.

— ¿Crees que podría ser una buena novia? — soltó sin más y su hermano se quedó anonadado, boquiabierto.

— Emmm, creo que si, — habló no tan convencido.

— ¿Por qué me llaman toro desenfrenado? — Jin pasó saliva nervioso.

— ¿Recuerdas cuando estábamos en primaria? — ella asintió, — bueno el día en que Mina me beso, tu me golpeaste las bolas con la cabeza, — hizo una mueca de dolor al recordar.

— Me provocaste, — aseguró.

— ¿Yo? ¡Yah! No seas ridícula, si no era tu novio como para que me golpearas, — se quejo.

— Dijiste que la única mujer de tu vida sería yo, — reclamó.

— ¡Pero no era literal!

— ¡Aish! ¡Cállate!

— Hannah, a mi no me vas a mentir, — achicó los ojos, — estás enamorada de Namjoon, ¿hasta cuando lo aceptaras?

— No me llamo Hannah, — gruñó.

— No evadas la pregunta, — amenazó, — ¿cuándo lo aceptaras?

— ¡No lo estoy!

— ¡Si, lo estas!

— ¡Que no!

— ¡Qué si!

— Bueno si, estoy jodidamente enamorada de Namjoon, — grito, y Yang Mi que iba entrando con un pequeño pastel para su hermana, lo dejó caer, acompañado de un silencio.

— ¡Lo sabía! — grito emocionada, sin importarle pisar el merengue de vainilla del piso. Se sentó en la cama y comenzó a dar saltitos. — ¡joder! Hubiese apostado ahora tendría un coche o una casa con lo que habría ganado, — hizo un puchero.

— ¡Aish! ¡Largo! — trató de sacarlos de su recámara molesta, pero terminó cayendo de espaldas sobre su trasero, debido al merengue, — ¡ahh! ¡me duele! — se retorcio en el suelo, aún con el merengue bajo ella.