Prólogo

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»15 años atrás«

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»15 años atrás«

Estrasburgo, Alsacia/Francia.

La tarde del 15 de abril estaba hermosa.

El cielo había tomado un tono anaranjado y la brisa fría hacía que mi cabello rojizo ondeara en el aire combinando con el color del cielo. Mamá me había puesto un lazo rojo en él, lo había comprado ayer en el quiosco de la esquina, sabía que era mi color favorito y que me encantaría llevarlo. Efectivamente. Me puse muy contenta cuando me miré al espejo y vi lo bonita que me veía con él puesto.

Todo apuntaba a que iba a ser una tarde especial.

Papá aún no llegaba del trabajo y yo estaba muy impaciente, quería verlo, abrazarlo y mostrarle mi nuevo lazo. Además, ansiaba ver mi regalo de cumpleaños. Estuve toda la semana esperando que llegara este día para ver el regalo que tenía papá para mí. No paraba de preguntarle y solo me respondía que «era una sorpresa», lo que me tenía más ansiosa aún.

«Ojalá sea la bici, ojalá sea la bici», deseaba.

Mamá hizo un pastel de chocolate, estaba sobre la mesa y me tenía estrictamente prohibido tocarlo hasta que viniera papá y así poder comerlo juntos. Se me hizo difícil obedecerla, se veía delicioso y la boca se me hacía agua pero aún así le hice caso (aunque de vez en cuando metía el dedito).

—Mami, ¿cuándo viene papá? —pregunté sentándome en una silla con la cabeza acostada sobre la mesa.

— No te impacientes, Hélène, ya está por venir —respondió mirándome sobre su hombro.

A pesar de sus palabras, estaba muy desesperada, así que subí a la azotea de la casa. Solía jugar aquí con mis muñecas, de vez en cuando papá se unía a jugar conmigo y lo vestía con vestidos de mamá para que fuera mi bebé "Zizi". Se veía muy gracioso.

Hacía frío, pero no quería abrigarme, tal vez me resfriara y así no iría al colegio. Los niños de allí eran malos, me jalaban el cabello, me pegaban chicles, me tumbaban los libros, y se burlaban de mis viejos zapatos. Definitivamente no quería volver a ahí.

Me acerqué al barandal y observé todo lo que se veía desde allí. Ese lugar siempre me había parecido asombroso, parecía la cima del mundo. Podía ver muchas casas y calles, el alto campanario de la iglesia católica a la frecuentábamos ir los domingos, incluso hasta el colegio se podía ver desde allí.

Al bajar la vista me topé con lo que había estado esperando todo el día: papá. La felicidad me inundó cuando lo vi y aquello aumentó cuando noté el enorme paquete que tenía envuelto en papel de regalo. Bajé las escaleras corriendo y al tenerlo de frente salté sobre él y este me recibió con un abrazo de oso.

INSACIABLES  [+21] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora