Capítulo 6: Hermanos.

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Alejandro

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Alejandro

Si hace dos semanas alguien me hubiese dicho que estaría al punto de jugármela por una mujer, le habría dado un puñetazo que le hubiera hecho tragarse sus palabras.

Lamentablemente la vida es tan impredecible que te cambia los planes de un día para el otro. Mi plan era simple: venir a Paris, cerrar el negocio con Paul y volver a Berlín a gobernar mi imperio. Nada más y nada menos que eso. Ahora me encuentro aquí, sentado en el balcón de mi suite pensando en esa diosa pelirroja que tanto me está enloqueciendo e ideando un plan coherente y estable para sacarla de ese estúpido prostíbulo.

—¡¿Acaso estás demente?! —me acomodo en mi lugar, quitándome las gafas de sol para ver la cara de idiota que ha puesto Henry luego de haberle contado mis planes—. Ruggero Lindinni es un hombre muy poderoso, vas a desatar una guerra.

No le respondo y eso lo cabrea más.

—¡Alejandro! —patea mi tumbona.

—¡¿Quieres dejar de hacer tanto drama?! —me comienza a estresar— Yo soy Alejandro Kellermman y lo peor que pueda hacer ese imbécil no será nada en comparación con lo que puedo hacer yo.

—¿Te estás dando cuenta de lo que dices? Se va a armar una grande y te recuerdo que tenemos que mantener un perfil bajo, no caigas en el mismo error que tu padre, ¡por el amor de Dios!

—No vuelvas a mencionar a mi padre —me levanto poniéndome a su altura—. Yo no soy él.

—¡Entonces reacciona! Cuando ese hombre se de cuenta de que te llevaste a Hélène va a ir a por ti y a por ella, y aunque no sea más fuerte que tú, perderemos tiempo y recursos en algo que se puede evitar.

—Exactamente por eso es que mataré a esa lacra —vuelvo a recostarme.

—¿Y si no?

—Ay, Henry, ¡deja de ser un puto cobarde de mierda y no me toques más las pelotas!

—No es ser cobarde, Alejandro, ¡es tener sentido común! Al principio era entendible porque está buenísima la chica pero no merece la pena arriesgar tanto por un coño. ¡Es una jodida prostituta! Cuando salga te la va a jugar porque solo está contigo para su propio beneficio, no creas que en tres semanas vas a convertirte en el amor de su vida y mucho menos ella en el tuyo. ¡Joder, abre los ojos!

— ¡Se va a hacer lo que yo diga porque me sale de los cojones y porque el que manda aquí soy yo! —me levanto de la puta tumbona— ¡Así se mueran todos en el intento, voy a sacar a Hélène Simone de esa porquería de lugar! Y si no estás de acuerdo, puedes volverte a Alemania. Punto final —emprendo camino a la oficina dejando a ese pendejo atrás.

INSACIABLES  [+21] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora