INSACIABLES [+21] ©

Capítulo 10: Libertad (Parte I)

Alejandro

»Tiempo antes«

Estaciono justo fuera de la entrada de Peitho. El cartel de luces neón me recibe y me detengo a observar mi alrededor que, a diferencia de otras veces, está más atestado de gente.

«Hay algo mal»

Enseguida noto el aumento de seguridad que ha habido en la entrada y cómo están revisando a cada persona que entra, con un detector de metales; cosa que jamás habían hecho desde que frecuento este sitio. «¿Qué mierda ha pasado aquí?»

Me veo en la obligación de dejar mi arma y mi navaja en la guantera del auto. Bajo del Mercedes que —si todo sale bien— nunca volveré a ver y le doy las llaves al valet parking. Camino hacia la entrada y dejo que uno de los guardias me requise con su aparato. Inconscientemente pienso en cómo correrá su sangre en un rato teniendo en cuenta que mis hombres matarán a todo aquel que se le cruce.

Una vez comprobado que estoy limpio, me adentro al club que me da la bienvenida con una canción que desconozco. El olor característico de este lugar ya ha llegado a un punto en el que me asquea.

Identifico muy pocas caras nuevas, la mayoría son las mismas personas de siempre que con solo poner un pie aquí, ya se voltean a verme. Reconozco que me he ganado una reputación aquí por el simple hecho de que prácticamente me he apoderado de Hélène y sé que a muchos, eso no les gusta. Pero desde lo más profundo de mi sinceridad, admito que me vale treinta quintales de mierda.

He marcado a Hélène con mi nombre de la manera más efectiva que hay. Su cuerpo le pertenece al mío porque mi tacto se ha quedado tatuado en su piel y porque conmigo ha descubierto eso que le ha faltado toda su vida, un hombre que la sepa satisfacer. Y aunque aún le queda mucho por vivir, estoy seguro de que no encontrará a nadie como yo. Y de eso me aseguraré.

Me acerco a la barra y le pido al bartender un trago de Bourbon. En ese mismo sitio, me detengo a analizar una vez más el lugar, con mi bebida en la mano y deleitándome con el sabor del whisky. Es extraño lo que veo. Siempre pude notar la seguridad que había dentro a pesar de estar ubicada en puntos estratégicamente camuflados, sin embargo hoy no se molestaron en ocultarla, hay alrededor de veinte guardias dispersos por todo el local.

No creo que esto sea una casualidad, yo no creo en casualidades, así que lo único que indica esto es que Ruggero sospecha lo que haré y esté tramando algo.

Ahora, todo esto conlleva a una pregunta: si estoy en lo cierto, ¿Cómo es que ese imbécil lo sabe? La únicas personas que lo saben son la rubia de ayer —que no creo que haya tenido el valor de delatarme después de lo que le hice— y Hélène; y dudo que ella le haya dicho algo que pudiera poner en riesgo el plan. Al menos no por voluntad propia...