|Página veintiocho|

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Bien, creo que me emocioné y les traigo un capítulo más, antes de estar nuevamente atada a las responsabilidades de la escuela. Así que disfruten este bello capítulo. Me emocioné al escribirlo, todo fluyó sin bloqueos y me ha encantado el resultado.

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La luna lograba entrar por los cristales de las ventanas de la sala principal de los dormitorios. El color banco aclaraba los tonos de aquellos que pintaban la estancia haciéndolos parecer más suaves, incluso las paredes de concreto. Pasaban más de las tres de la mañana y ella no lograba conciliar el sueño, al alba iniciaría su primer día de vacaciones y eso significaba regresar a casa, volver al sitito donde creció y atesoraba los recuerdos más importantes para ella, aunque por el momento la llenaran de nostalgia y tristeza.

Caminó con cautela, descalza por los pasillos, procurando hacer el menor ruido posible hasta llegar a la cocina y beber un poco de agua. Llevaba su celular en manos, con el menor brillo posible para no dañar su vista al estar en la oscuridad, revisando nuevamente el mensaje de su madre. Le respondió al día siguiente de haberlo escrito, era corto, sencillo, pero lleno de un sentimiento que (Nombre) percibió al leerlo un par de veces antes de iniciar su último día de clases. No había frases como 'te quiero' o que demostraran cariño de forma clara, mas eso le bastaba y era una clara señal de que su madre no le culpaba por su comportamiento al salir del hospital. Ella ya había tenido su momento para desahogarse con su madre y, días después, con sus amigas, ahora era el turno de su progenitora para dejar de guardarse todo lo que sentía, al menos una parte, pues entendía que el sentimiento aún quedaba resguardado en su interior, aunque más pequeño, menos doloroso y más fácil de sobrellevar.

—¡Auch! —se quejó en un pequeño grito.

Terminó por tapar su boca para continuar haciéndolo, pues, al distraerse en su teléfono e ir descalza, accidentalmente se golpeó el dedo más pequeño del pie, experimentando un dolor físico indescriptible. Su mano libre no soltó para nada el dispositivo, pero buscó apoyo en el sofá más cercano para poder sobar la pequeña zona adolorida mientras maldecía internamente. Menos mal que estaba sola, que era la única chica despierta a las tres de la mañana y que gritaba de dolor por un descuido muy común en las personas.

Eso creía.

—Mira por dónde vas.

En lugar de parecer una advertencia, ella lo captó más como un reclamo y no se explicaba el por qué. Quizá fue el reconocer aquella voz a sus espaldas lo que le hizo pensar así, pues en su presencia creía que todo debía tener un por qué, incluso golpease del dedo chiquito del pie. A los segundos (Nombre) dio un ligero respingo tras digerir completamente quien era la persona parada detrás de ella. Dejó de masajearse y se irguió pensando detenidamente si debía mirar a sus espaldas o simplemente caminar a su destino, aunque era probable que él fuera al mismo lugar.

—Bakugo... —susurró apenas su nombre al mirar por encima del hombro a su compañero.

El mencionado se encontraba parado detrás de ella, con la espalda ligeramente encorvaba hacia delante y sus manos enfundadas en los bolsillos de sus pantalones cortos. Su conjunto oscuro se iluminaba con la luz de la luna dándole una tonalidad más clara a su musculosa indicando ser un color diferente al negro. Le miraba con un gesto inexpresivo, aunque (Nombre) supuso que le irritaba tener que encontrarse con alguien en plena madrugada por la ligera arruga en sus cejas; su cabello estaba despeinado, generándole gracia al ver el almohadazo que tenía en la parte derecha de su cabeza, pues su cabello espigado apuntaba a la dirección contraria, clara señal de haber dormido de ese lado hasta despertarse.

Diario perdido  •Katsuki Bakugō•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora