| Página diecinueve |

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Hola bella y querida gente de Wattpad, que digo querida, ¡amada!

Aquí su servilleta (servidora) haciendo una pequeña intervención antes de dejarles iniciar con la lectura del siguiente capítulo para agradecerles todo su apoyo a esta historia. Enserio, gracias.

Y si, nomás era eso. Bay.

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La mañana prometía una tarde soleada. La escases de nubes en el cielo daba la clara señal de las pocas probabilidades de una tormenta como en los últimos días. Sus manos ocupadas por bolsas de compras le impedían ver con claridad su camino y personas a frente a ella, además de tener su mente ocupada con los sucesos del día anterior. Aún no podía creer cómo es que Kohaku logró tener el control de un nuevo quirk en tan poco tiempo, pues normalmente tardaba más de cinco meses en hacerlo, así como ir deteriorando su salud poco a poco.

La imagen de una gran bestia delante de ella, con un ámbar tan encendido que le miraba y le hacía sentirse devorada al instante, no desaparecía de su mente. Se preguntaba cómo es que logró sobrevivir a esos largos segundos que no recibió el aire necesario en sus pulmones, quizá él no ejerció tanta fuerza, al instante la habría matado con ese brusco agarre que le tomó desprevenida.

Se aferró más a las bolsas en un intento de evitar que sus manos temblasen por ese simple recuerdo y el escalofrío que le provocó recordar la noche del día anterior. Aun sentía su suave y terrorífica gran mano alrededor de su cuello impidiéndole respirar con normalidad generando temor en todo su ser. Ahora que analizaba mejor la situación, sin ser sometida a la presión de querer respirar o apartar la mirada del gran ser delante de ella, juraría sentir el filo de sus garras rozando su piel, provocándole una sensación realista ahora que recapitulaba el momento, sus ojos se cerraron con temor, deseando que esa imagen y sensación desaparecieran y no volvieran más.

Su cuerpo chocó con otro, uno más firme que ella y que logró salvarle de una posible caída al tomarla de ambos brazos. Sus ojos se enfocaron a su frente, esquivando los salientes de las bolsas, divisando la figura de la persona con la que tropezó y salvó a la vez. Notó una gran "x" naranja delante de ella, siendo rodeada por un color negro que cubría un cuerpo masculino bien trabajado, dejando al descubierto sus brazos fornidos. Elevó su mirada llegando al complemento metálico que rodeaba el cuello del joven, y finalmente llegó hasta su cara donde un par de rubíes llamaron su atención siendo rodeados por un antifaz oscuro que los contorneaba, borrando sus pensamientos del momento.

En su vida imaginó encontrarse con una mirada tan encendida y penetrante que la dejó inmóvil por un instante, creando ensoñaciones dentro de su cabeza que le llevaron a tratar de descubrir quien se encontraba debajo de ese antifaz que inexplicablemente le daba un aire atractivo a primera vista, así como sentir un ligero estremecimiento al oír su voz, imaginándola en un tono más tranquilo y seductor que le hizo perderse completamente del momento y percatarse que permanecía de pie gracias a él.

—Ten más cuidado —la voz ronca y áspera del joven la regresó a la realidad haciéndole recobrar el equilibrio. Sus orbes oscuros se desviaron del tono carmesí al sentirse intimidada de una forma tan extraña, no sentía temor al compararlos con la intensidad e intimidación que expresaban aquellos color ámbar, pero se negaba a verlos por más tiempo al sentir que la atravesaban y descubrían sus más oscuros secretos y pensamientos, temiendo, inconscientemente, que descubriera su identidad.

—Bakugo, no debes tratar así a la gente —otra voz masculina se hizo oír en el momento; el héroe profesional número tres acompañaba al joven contrastando las actitudes del rubio menor, mostrándole amabilidad y disculpándose en su lugar por su brusca reacción—. Lamento su forma de preocuparse por las personas —habló Jeanist en su dirección, apenas siendo visible para la chica a causa de las bolsas que cargaba y los salientes de lo productos de éstas, mas lo único que pudo rescatar de él fue el nombre del chico que dejó de sostenerla tras asegurarse de su posición firme.

Diario perdido  •Katsuki Bakugō•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora