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Bien, solo tengo algo que decirles antes de empezar... imaginen que soy una vendedora ambulante que en cualquier parte de la lectura les puede ofrecer un juguito de chale, un clorox o pañuelos...

Al final de la lectura habrá un bote de basura, para quién lo necesite. No tiren basura :v

Solo eso...

Nueva Nota AGO022021 (algo larga): Antes que nada, quiero disculparme por el tema que manejaré a partir de ahora (que dio inicio en el capítulo anterior), sobre la pérdida de un familiar... de antemano pido una disculpa para todos aquellos que puedan tener recuerdos o sentimientos encontrados; no es mi intensión hacerles pasar un mal rato con la lectura.

Gracias por seguir la historia a pesar de ello. 

Los quiero y fuerza para quien lo necesite, su escritora está aquí para ustedes.

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El aire gélido del exterior rosaba su pálida piel atravesando las prendas mojadas con las que salió de la residencia. Las gotas de la lluvia escurrían de su cabello y ropa provocando pequeños charcos cuando se detuvo delante de la entrada del hospital. Los poros de sus brazos descubiertos se erizaron al sentir el mismo escalofrío que recorrió su cuerpo durante todo el día; en momentos como ese deseaba poder sentir frío. Que ese maldito estremecimiento fuera por el frío y no por el temor de lo que pudiera encontrar en el interior del edificio.

Se abrazó a si misma deseando menguar aquellas sensaciones aprovechando el calor del ejercicio hecho desde la academia hasta el hospital. Dudaba. Temía entrar y recorrer aquellos pasillos blancos hasta encontrarse con la puerta de la habitación de su padre y ver un grupo de médicos haciendo todo lo posible para salvarlo o solamente a su madre sollozando a los pies de la cama, de rodillas y ocultando su rostro. Anhelaba que todo fuera una pesadilla, esperaba que el estúpido despertador hiciera su trabajo y esta vez no reclamaría absolutamente nada. Cerró sus ojos con fuerza esperando a que su deseo se hiciera realidad y que al abrirlos se encontrara con el techo azul de su habitación en la residencia, pero en lugar de eso se encontró con la blancura de la luz que emergía de las lámparas, los sonidos de las ambulancias, personas murmurando por cada pasillo y a la recepcionista dando indicaciones a una mujer...; todo ello conformaba el escenario perfecto de su más grande pesadilla.

Las gotas que aun caían sobre su cabeza, parecían ser la más fría caricia que recibiría en toda su vida, anunciándole que no volvería a sentir la gran mano de su padre sobre ella como solía hacerlo desde niña. Había tanto que decirle, quizá disculparse por dejar que la pubertad hiciera lo suyo, como suelen decir algunas personas, y tomar actitudes rebeldes, alejándose de él y prohibiéndole volver a acariciar su cabeza. Se sentía como una tonta, una idiota... No encontraba el adjetivo adecuado para describirse a sí misma. Dejó de pensar, dio aquel paso decidido a aceptar lo que fuera que le mostrara aquella habitación donde pocas veces entró; limpió las lágrimas que volvían a salir de sus ojos con el dorso de su mano, mostrándose fuerte porque no solo ella sufriría, sino su madre, aquella mujer que se pasó los últimos meses velando por el bienestar de su esposo sin descanso, tal vez lo que (Nombre) sentía no se comparaba con lo que su madre experimentaba ahora.

Desde los aires, Tokoyami se aseguró de que la joven llegara sin contratiempos a su destino, observando detenidamente la forma en que limpiaba las lágrimas de su rostro y los casi fallidos apoyos sobre la tierra —para impulsarse en un siguiente salto— que la llevarían al suelo. No la trató demasiado, pero estableció una relación amistosa en la que conoció un poco sobre ella. La joven azabache que sonreía casi todo el tiempo era otra y no la que ahora luchaba contra la tormenta para llegar al lugar donde menos se desea ver a un familiar. Detuvo su vuelo en cuanto la vio ingresar al edificio terminando con su mandato. Sin más regresó a la residencia, esperando no tener que resolver preguntas de un tema demasiado delicado.

Diario perdido  •Katsuki Bakugō•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora