| Página veinticuatro |

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Uy, uy, uy y que la autora se rifa una portada nueva :3


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El bullicio de los alrededores conformado por los murmullos de los visitantes, pacientes, médicos y enfermeras era opacado por las paredes de la habitación en la que se encontraba, recostada en una cama de hospital donde solo podía ver a la ventana y apreciar la soltura con la que la cortina se mecía gracias al aire. Su respiración era tranquila, lenta y relajada al saber que se encontraba en otro lugar, lejos del peligro y con la certeza de que su madre y Mirko estaban bien.

Parte de su vista se encontraba obstruida por algo, una sensación suave que, poniendo más atención, la sentía alrededor de su cabeza. Se sentó sobre el colchón, sintiendo dolor en su cuerpo y llevó su mano izquierda, que notó vendada, a su rostro para descubrir qué era aquello que no le dejaba ver con claridad. Con un simple roce de la yema de su dedo índice el malestar llegó a la zona debajo de su ojo izquierdo, recorriendo una línea que pasó por su mejilla hasta casi cerca del filo de su mandíbula; se quejó al instante y a su memoria llegó lo ocurrido la noche anterior antes de perder la conciencia y suspiró.

Dejó que su espalda se encorvara, dobló ligeramente sus rodillas creando un hueco entre ellas donde descansó sus manos para apreciar los vendajes que cubrían cada uno de sus dedos hasta llegar a su codo. Por un momento pensó que dolerían como hace unos días, sin embargo, llegó a la conclusión de haber recibido los cuidados médicos necesarios para evitar los espasmos que el dolor le generaba con tan solo moverlos.

El silencio se apoderó de la habitación, teniendo de fondo los ruidos del exterior al escuchar una respiración lenta y profunda. Miró a su lado derecho encontrándose con las hebras verdes del cabello de unos de sus compañeros y amigo de la escuela, descansando en una posición incómoda sobre una silla, recargando su mentón en una de sus manos mientras la otra yacía sobre su abdomen. (Nombre) le observó con cuidado, preguntándose qué hacía ahí y preocupada por los dolores que pudiera tener al despertar.

Quiso despertarle con cuidado, pero el rechinido de otra silla, ubicada al otro extremo donde se encontraba Deku, llamó su atención. Los ojos de la azabache se abrieron de par en par al conocer a su otro compañero y el aire abandonó sus pulmones por un momento. La pregunta de qué hacía ahí volvió a su cabeza, siendo la persona en cuestión el chico de particularidad explosiva. Ella no se percató de ello, quería reprimir esa ligera emoción por verle ahí, a la vez que los nervios la invadían por la misma razón, pero su cola lobuna se meneaba ligeramente.

Llevó sus manos al pecho, sintiendo los latidos acelerados de su corazón al tener una imagen tranquila de Bakugo, además de verlo dormir por primera vez. En su diario no llegó a escribir sobre ello y desearía hacerlo, aunque ahora ese cuaderno estaba en las manos de alguien más que quizá ya ha visto todo su contenido. (Nombre), teniendo el recuerdo de su diario perdido, se preguntaba si Bakugo tuvo el interés de leerlo completamente o se deshizo de él desde un inicio. No dejaba de pensar que estuvo investigando quien era la chica, incluso Mina se lo confirmó al hablarle sobre su plática con Kirihima...

—¿Será que...- ¡Auch!

Se quejó. El dolor de su herida en el rostro se manifestó con una punzada que esta vez sí le doló y la llevó a gritar. Por primera vez en su vida maldecía sonreír como una tonta enamorada, pues el gesto provocó movimiento en su herida teniendo como consecuencia el despertar de ambos compañeros que se mostraron alerta, preocupados por un nuevo ataque del enemigo.

Diario perdido  •Katsuki Bakugō•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora