Fragmento capítulo 6

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Salí de ahí hasta que sonó el timbre. Entonces caminé al salón y me senté en el mismo sitio de atrás, traté de concentrarme en las clases, eso me haría bien. Cuando el horario escolar terminó huí hacia el estacionamiento pero antes de llegar a mi vehículo alguien tomó mi brazo con fuerza. Era un pelirrojo que no reconocía.

— ¿Perdón?- le pregunté alarmada y tratando de zafarme de su agarre.

Entonces me cubrió la boca con su mano y me arrastró hacia una esquina. Estaba desesperada y temblaba del miedo. Traté de liberarme pero no podía. Un montón de recuerdos me agobiaron la cabeza dejándome ciega por un instante, volví a la realidad cuando golpeó mi espalda contra la pared y me sujetó con fuerza, acercó su cabeza a mi cuello.

— ¡Ayuda!- Grité fuertemente en cuanto quitó su mano de mi boca. Volví a gritar una y otra vez. Nadie me escuchaba. Cuando una parte de su piel tocaba la mía sentía que me ahogaba. Algo en mi pecho ardía del dolor.

— ¿Conmigo no quieres pasarla bien?- murmuró rompiendo mi camisa de la parte de los botones. Traté de pensar en cómo liberarme antes de que fuera demasiado tarde. No podía golpearlo pero tampoco patearlo, ya que su cuerpo estaba demasiado cerca. Entonces doblé mi rodilla con fuerza y la impacté contra el abultado pene. Se apartó de un brinco y soltando un alarido. Ese segundo me bastó para correr como nunca. Ni siquiera sentía mis piernas, solo avanzaba con extrema rapidez sin mirar nada ni nadie. Sujetando en un puño los extremos de mi blusa y uniéndolos para taparme el torso. Las lágrimas escurrían por mis mejillas, tenía mucho frío. Me detuve hasta que ya no pude más, estaba sorprendida de que no me hubiesen atropellado. Mi aliento se veía como humo debido al clima. Me abracé para brindarme algo de calor en lo que reconocía la calle, me faltaban apenas unas cuadras para llegar a mi casa.

Mientras caminaba algunas personas me dirigían miradas curiosas. Estaba muy asustada, no paraba de ver hacia todos lados por si alguien me seguía o trataba de acercarse.
En mi cabeza la enorme sombra de mi infancia se desataba.
Cuando llegué a mi destino abrí con rapidez, apenas entré tiré una silla de un jalón, el estruendo hizo eco en toda la estancia. Subí dando brincos las escaleras y caminé hacia el vestidor. Tomé el florero que decoraba una esquina del tocador y lo lancé contra el espejo. Los vidrios de ambos objetos se desprendieron rebotando en pedazos por toda la estancia. Incluso sentí como un fragmento pequeñito se encajaba en mi brazo, exclamé unas cuantas groserías. El dolor físico dolía menos que el emocional.
Tomé una parte del espejo y regresé al pasillo, caminé hasta la puerta de color azul cielo y la abrí de un tirón. Fue como entrar a una máquina del tiempo, porque volví a aquella época donde tenía siete años. Sentí que mi horario se descontrolaba, ya no recordaba si era de día o de noche. Pero sabía que él iría a buscarme a esa habitación, cuando mi madre no estuviese. Entraría por esa puerta y se subiría a mi cama, me taparía la boca con una de sus manos mientras que la otra la metería bajo los pantalones de mi pijama...

Me obligué a regresar a la realidad. Él ya no podía hacerme daño, pero de todas formas quería morir, porque no soportaba recordarlo. No soportaba estar viva.
Dejé el pedazo de espejo sobre una mesita con tacitas de té y utensilios de juguete.
La habitación era blanca con pequeñas flores doradas repartidas en las paredes. La cama era digna de una princesa y el armario estaba lleno de prendas hermosas para niña. Había un montón de juguetes traídos de distintas partes del mundo y había lámparas que proyectaban galaxias cuando la luz se apagaba.
Aún teniendo todo aquello mi yo de hace once años solo quería huir. Y la Melody actual no era diferente.

Apagué la luz y mientras miraba fijamente las estrellas tomé el fragmento de espejo con fuerza. Mis lágrimas comenzaron a escurrir del dolor en cuanto el filo tocó mis venas, grité tortuosamente hasta que todo estuvo hecho. Había sangre en todos lados, mi débil cuerpo cayó de golpe contra el suelo, todo daba vueltas. Me comencé a adormecer más y más, e incluso escuché una voz angelical gritar mi nombre. Hasta que ya no supe nada.

Bad reputation |Shawn Mendes|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora