Cuando desperté estaba en la cama de mi habitación, me sentía bastante desorientada al no saber como llegué ahí.
Entonces los recuerdos me invadieron, me toqué los labios aún con la ferviente memoria de los suyos. Ese primer beso fue el mejor que pude haber tenido a pesar de mi inexperiencia.
Analicé el lugar por inconsciencia y al descubrir un bulto que dormitaba lentamente a mi lado me sobresalté, alcancé a ver el enredado cabello rubio entre las sábanas. Levanté con cuidado las mantas y solté un suspiro de alivio al ver que estábamos vestidos.Me levanté de forma sigilosa para no despertarlo. Cuando tomé mi celular me percaté de que eran las cuatro de la tarde.
¡Había dormido todo el día!
Me bañé y el agua relajó mi cuerpo, enredé mi desnudez en una toalla, agradecí que la base de mi maquillaje estaba sobre el lavabo, escondí aquel fragmento de mi vida con el cosmético y salí del baño hacia el cuarto del vestidor.— ¿A dónde vas sin mí?- Murmuró con voz grave a mis espaldas.
Me giré con rapidez. Su espalda estaba recargada en la cabecera, tenía una brillante media luna por sonrisa y sus ojos eran planetas que se ahogaban en un océano infinito.
Mi piel se puso chinita y unos vibrantes nervios me recorrieron la nuca.— Quédate ahí, ahora vuelvo.
— Tengo miedo, llévame contigo- murmuró burlándose de mí.
Sonreí ante sus palabras.
— Que bueno que lo tienes, porque esta casa esta llena de fantasmas. En la habitación principal murió mi padre y dicen que se ve una niña corriendo por los pasillos.
Me di la vuelta y seguí mi camino, cerré la puerta con pestillo.
Me vestí con rapidez y terminé de arreglarme. Huí del espejo, porque no me resistiría a escribir ese mantra venenoso que invadía mi mente.
Cuando estuve presentable volví a mi habitación. Él estaba en el baño lavándose la cara. Sin querer interrumpirlo fui a la cocina, comencé a preparar el desayuno, era buena cocinando, tenía que admitirlo. Aunque mis amigas no se veían por ninguna parte.Tate se sentó en la barra y comenzó a juguetear con las mangas de su camisa.
— Había unas chicas aquí, dijeron que iban a salir y me pidieron que te avisara, regresarán en la noche- murmuró — Ellas fueron las que me ofrecieron quedarme ya que te cargué hasta tu habitación, espero no te haya molestado.
— Gracias, no es ninguna molestia, debo admitir que me espanté cuando vi que los dos estábamos en la cama.
Él soltó una carcajada.
— Mmm... Me encanta como suena el final de esa frase- Sonrió pícaramente y levantó una ceja.
— Ten, desayuna y cállate-. Ordené colocando una taza de café y una cesta de pan cerca de sus manos.
— También me encanta que seas mandona, aunque sigo sin perdonarte que no me hayas dado un beso de buenos días-. Dijo mientras recargaba su mentón en la palma de su mano derecha.
Mis mejillas ardieron en llamas.
— ¿Beso de buenos días? ¡Son más de las cuatro de la tarde!
Se levantó de la silla con rapidez y rodeó la barra.
— ¿Qué, qué... haces?- tartamudeé cuando ví que se acercaba a mí.
— Busco un elixir que cure mi alma herida- Murmuró con sus labios casi rozando los míos.
Yo no era como las chicas de mis libros. Porque no le encontré una forma a su boca, no era verano y tampoco me parecía infinita. Solo sabía que jamás había deseado tanto tenerla sobre la mía como en ese momento. Cuando el tan esperado contacto por fin llegó, unas ansias indomables me recorrieron, mordía y exploraba aquel cofre lleno de secretos. Solo quería saborear sus labios, memorizar cada línea, recordar su calidez por la eternidad. Abrí mi alma lo suficiente para que su lengua se familiarizara, para así también conocer la suya.
La humanidad no sobrevive sin oxígeno y solo por esa razón fue que nos separamos.— ¿Tienes el alma herida Tate Davis?- le cuestioné con la voz entre cortada.
— No demasiado, pero quería hacerlo interesante-. Confesó con una sonrisa.
— Eres un dramático.
— Ya que estamos siendo sinceros, ¿Tu padre en verdad murió en la habitación principal?-negué — entonces... ¿En dónde está?
— Mi padre si murió pero fue en un accidente de tráfico cuando era bebé.
— Lo siento tanto chiquilla.
— No te preocupes.
Ni si quiera lo recordaba y eso dolía más. Porque estaba segura de que me había amado, pero yo no podía hacerlo, ¿Cómo es que amas a un desconocido? Me sentía realmente culpable por ello.
Tate me envolvió en sus brazos, apretándome contra su pecho, haciéndome sentir tranquila de nuevo. Unas lagrimas de gratitud se me escaparon, el acto me conmovió demasiado ya que cada vez que este sentimiento me asfixiaba estaba muy sola y jamás tenía a quien llamar.
Sentí que mi pecho se calentaba ardiendo en una emoción placentera.Estuvimos así unos minutos hasta que me obligué a separarme de él.
— Deberíamos desayunar, no hemos comido nada en todo el día.
Él asintió y nos sentamos en la barra, uno frente al otro.
— No quiero sonar entrometido... Pero... ¿Tú mamá por qué no duerme aquí?- Preguntó después de unos largos minutos de silencio en el que devorábamos los alimentos.
La pregunta me dejó helada. Pensé en mentir, pero si seguíamos viéndonos pronto iba a darse cuenta, así que opté por omitir aquel pasado que me rompe más cada día, perdiendo mis propios fragmentos entre sollozos.
— Cuándo tenía diez años tuvimos un fuerte problema, fue mi culpa... desde entonces ni si quiera puede verme y... he pasado años tratando de acercarme a ella otra vez- Expliqué detenidamente, saboreando cada una de mis palabras. Sentí que ese conocido desastre de melancolía se acumulaba en mi garganta, porque era una verdad que jamás le había platicado a nadie. Mi amistad con las chicas era vieja y ellas fueron testigos de como se rompió mi familia, pero solo mi madre y yo sabemos el porqué.
Él acarició mi mejillas con sus manos y cuando una lágrima se me escapó, la limpió con suavidad.
— No quería hacerte sentir mal chiquilla, perdóname.
Negué con una sombra de sonrisa.
— Creo que está bien que empiece a charlar de ello, porque tengo que aceptarlo de una vez...- Suspiré pesadamente — ya hemos hablado mucho de mí, dime, ¿Por qué tu alma está herida?
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Bad reputation |Shawn Mendes|
RomanceSoy la hija de una famosa modista de talla mundial, mi madre viste al mundo, o al menos a las personas con el suficiente dinero para comprar su ropa. Estoy orgullosa de ella, pero la prestigiosa Aria King no lo está de mí. Soy la chica que todo el m...