☆☆☆
Cuando el ensayo acabó me despedí y me fui directo a la oficina de mi psicóloga. Voy a cuatro sesiones por semana de dos horas y se siente bien poder preguntarle a alguien si estás haciendo las cosas bien para que te oriente, o que te dé consejos para sobrellevar la vida y entender tu dolor. Ciertamente me siento mejor, además tengo un tratamiento psiquiátrico que debo seguir al pie de la letra. Aunque aveces era difícil ser sincera, había cosas que no quería contarle, porque me avergonzaba que alguien lo supiera.
Hoy es sábado y el lunes iré a clase por primera vez a mi nueva escuela. Estoy muy nerviosa y más que asustada, debo admitir que mi actitud es muy negativa, pues me veo en un montón de escenarios incómodos o insoportables.
Desechando cada idea me obligué a decidir qué flores iba a comprar para poner como decoración en la comida de la tarde. Miré a los girasoles con una mueca de decepción, eran tentadores pero estaban prohibidos, porque en lugar de su olor aspiraría el inolvidable perfume de él y en sus pétalos tendrían grabado el tacto de sus manos. La enciclopedia debía cambiar el nombre de esa flora a Tate Davis, quedaría perfecto.
Miré hacia las hortensias y de inmediato me sentí identificada. Su color tristeza [1] me recordaba a mi alma. Pero también al cielo, a su belleza imperfecta y las pieles que el atardecer le otorga, un vitíligo naranja o tal vez al dorado del crepúsculo.
Tuve ganas de llorar porque tal vez en mi rostro estaba amaneciendo y en lugar de avergonzarme... debía estar orgullosa.
Sonreí sintiendo algo tan puro, frágil e intenso que me ponía la piel chinita.— Buenos días- saludé al muchacho que estaba parado a un metro de distancia dándole cambio a una señora de cabello rubio.
— Bueno días, ¿qué se le ofrece?- cuestionó de vuelta mientras contaba el dinero en sus manos.
— Quiero comprar cinco ramos de hortensias y cuatro onzas de semillas, por favor.
— Ahorita mismo la atiendo mademoiselle permítame primero entregarle su pedido a la señora Davis- explicó con su marcado acento francés enrollando rápidamente un ramo de girasoles en papel.
Al escuchar el apellido de la amable mujer que me sonrió ligeramente al ser aludida y después apartó la vista no pude evitar pensar que el universo conspiraba en mi contra. Probablemente el apellido Davis era bastante común y Ontario muy grande, pero ese azul que resplandecía en sus ojos lo reconocería en dónde fuera.
Observé cada detalle y sin duda pude reconocer mucho de él. Tenía un físico llamativo al tener tan buen cuerpo a su edad, además de que su vestido era muy al estilo Versace y su bolso y zapatos tenían el logo Chanel a la vista. Presumía un porte elegante, lucía unos finos guantes sobre los que usaba anillos. Ni siquiera por mi juventud me podía sentir más hermosa que ella, porque no lo era. Y saber que su esposo no la apreciaba me llenaba de ira.
Ella tomó su pedido y se fue sin saber que hasta hace poco la consideraba mi suegra.
☆☆☆
Una vez todo estuvo listo corrí a arreglarme. Entré en pánico cuando entré al armario no sabía que ponerme. Llamé a Shawn con impaciencia y él me contestó cuando la llamada casi se pierde en el buzón.
— ¿Hola?
— Hola ¡no sé qué ponerme!- exclamé casi como un berrinche. Escuché sus carcajadas al otro lado — no te rías de mí, estoy entrando en pánico.
— Ok, solo elige algo con lo que te sientas cómoda y abrigada, sé que estás acostumbrada a que la gente se vista a la moda, pero en mi familia son muy descuidados con sus guardarropas, así que lo que sea estará bien- explicó tranquilamente.
— Bueno... nos vemos en una hora- dije para después colgar.
Terminé combinando un pantalón vaquero de cintura alta, una chamarra de cuero, unos botines de tacón alto y una corbata en negro, además una camisa blanca de manga larga. Así no iba a desentonar en lo absoluto. Planché mi cabello y me coloqué un maquillaje en tonos tierra, dibujé una línea de flores blancas al final del párpado. Cuando me miré al espejo finalmente sentí que no me veía tan mal, de hecho, que me veía un poco linda. Tomé el labial del tocador y escribí sobre mi reflejo. Linda.
________________________________
Color tristeza: En sus cuadros el pintor Picasso asociaba el color azul a la tristeza, así que todo paisaje que llevaba esa tonalidad tenía una historia trágica o nostálgica.
ESTÁS LEYENDO
Bad reputation |Shawn Mendes|
RomanceSoy la hija de una famosa modista de talla mundial, mi madre viste al mundo, o al menos a las personas con el suficiente dinero para comprar su ropa. Estoy orgullosa de ella, pero la prestigiosa Aria King no lo está de mí. Soy la chica que todo el m...