Quiero mil tiempos a tu lado

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— Quiero ir contigo, por favor- pidió mi amigo.

— Es algo que tengo que hacer sola- repetí.

— Pues ve sola, lo único que quiero es que me lleves a Madrid- explicó.

— Está bien, pero ni una palabra de esto a nadie, si sale mal no quiero que Shawn lo sepa, se preocuparía- expresé y él asintió obediente.

— ¿Cuándo nos iremos?

— Mañana mismo, antes de que me arrepienta...- susurré lo último pero sabía que me había oído —, te veo mañana en el aeropuerto, voy a comprar los boletos para saber la hora exacta- expliqué — pero de que nos vamos mañana, nos vamos mañana.

Hace apenas un par de días habíamos concluido el ciclo escolar, ambos éramos demasiado antisociales para ir a la fiesta de graduación así qué tal vez era buena idea llevármelo conmigo, pues podríamos celebrar allá.

— Mira lo que aprendí- le dije parándome del sofá y sentándome en el taburete de la batería, agarré las baquetas, sonreí y las aventé al aire para después retenerlas, las giré entre los espacios de mis dedos, después las sostuve y comencé a tocar un pedazo de una pieza de Shawn, después de unos minutos finalicé.

— Wow, vaya, eso se vió impresionante, ¿me enseñas a hacerlo?- preguntó acercándose a donde estaba.

Después de horas de ayudarle a intentar el truco con las manos y medio lograrlo, se fue a las diez, a preparar su maleta. Yo hice lo mismo con la mía. Me sentí como una de esas chicas de las películas del 2012, con mi equipaje de color rosa pastel a reventar de ropa y accesorios y mi bolso Calvin Klein exclusivo para guardar un par de libros.
Acomodé un pantalón tipo campana color mostaza y una blusa corta blanca que se anudaba junto con el sostén sobre la cama. Lo combiné con un par de zapatillas Chanel en beige. Esto era para ir cómoda durante el vuelo.
Una vez terminado de ordenar tomé la computadora y compré dos boletos para las seis de la mañana. Sería un viaje largo, tal vez casi 13 horas y media.

☆☆☆

Estábamos muy aburridos, incluso compramos una baraja inglesa en el avión, pero después de un par de horas fue fastidioso continuar. Dado a que nos veíamos casi todos los días tampoco teníamos mucho que platicar. Jordi terminó por dormirse con su cabeza apoyada en mi hombro. Yo no podía cerrar un ojo, estaba muy nerviosa, Dios, todo iba a salir mal, ya sabía lo que pasaría y aún así estaba ahí, cruzando el océano para ir en su encuentro.

Un montón de recuerdos se introdujeron en mi mente y no pude evitar comenzar a golpear mis rodillas con una fuerza casi maniática. Tenía mucho miedo, mi estómago se retorcía de los nervios y me sentía como si estuviese haciendo algo malo. El sentimiento se me atascó en la garganta pero después llegó a mis ojos y fue demasiado tarde. Comencé a temblar y a llorar en silencio, ninguno de esos pasajeros sabía que estaba agonizando. Jordi se removió a mi lado y después de mirarme me abrazó con fuerza.

— ¿Qué tienes princesita, qué te ocurre?- murmuró algo histérico. Negué con vehemencia, intenté hablar pero solo pude hacer un sonido gutural para después ahogarme con mis lágrimas. Sentí pena por mi amigo, quien miraba hacia todos lados buscando algo que pudiese ayudarme. También se comenzaba a desesperar — ¿recuerdas que comiste ayer?- preguntó de repente, traté de hacer memoria pero al mismo tiempo me bloqueé porque me sentí tan entumida que creí que no podría moverme y entré en pánico. Mi cabeza no conseguía conectar. De repente sentí unos labios cálidos haciendo contacto con los míos, moviéndose de manera lenta mientras sus manos se ceñían a mis hombros.

Bad reputation |Shawn Mendes|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora