El joven toco a su puerta lleno de ilusión, hacia ya un buen tiempo que lo veía pasar a lo lejos sin tener jamás el valor de hablarle, pero esta vez se había encomendado a todos sus dioses y le había elaborado un hermoso presente, él no podía ofrecerle mucho pero contaba con que él viera su esfuerzo y su corazón, que solo era capaz de latir por él.
Aminias toco a su puerta, con mano temblorosa, sujetando la peineta de plata fuertemente en su otra mano.
Vio el sol salir de esa casa, lo juro, cuando Narciso abrió.
-¿Si? – soltó el joven de rubios caireles.
-Narciso... amm... he venido aquí... porque...
El rubio se recargo en el umbral de la puerta y se cruzo de brazos, fastidiado.
-Te traje un regalo. – le extendió la peineta de plata.
Narciso la miro y después de dudar un momento la tomo. Volvió a mirarlo, pues al parecer el joven tenía más que decir.
-Te he visto... cuando sales a cazar, yo... soy hijo del herrero... fabrique esa peineta con mis propias manos... y...
-¿Es un gracias lo que esperas?
-No, yo... solo... quería... quería...
Las cejas de Narciso se elevaron.
-¿Querías?
-Quería conocerte... y que me... conocieras... yo... - y sacando valor de donde no lo tenía le soltó las palabras que se había guardado desde hacía mucho tiempo – Te amo...
La mirada de Narciso era fría como el hielo pero su risa fue helada.
-¿Me amas? ¿Has venido aquí a proclamarme tu amor? Que despreciable. – soltó lanzándole la peineta en la que había trabajo tres noche enteras.
Se dio la vuelta dejando a Aminias lleno de tristeza y vergüenza.
-¡Es verdad! – grito desesperado. – Te he amado desde... la primera vez que te vi...
-Lárgate.
-Narciso yo... no puedo vivir sin ti... respiro por ti, mi corazón late por ti...
-Ni siquiera me conoces... - soltó el rubio molesto. – Solo has visto mi rostro. ¿Crees que solo con eso... ya eres capaz de amarme?
-Narciso... hare lo que sea... lo que sea... para demostrarte que te amo... solo... dame una oportunidad.
Narciso se volvió a mirarlo, su mirada de hielo había cambiado por una de coraje. Entro en su casa durante un minuto y cuando Aminias estaba a punto de echarse a llorar el rubio salió de nuevo. Llevaba con él una enorme y reluciente espada en la que se veía su hermoso reflejo.
La extendió hacia él.
-¿Y bien? Tómala... tómala y con ella... demuéstrame lo mucho que me amas. Demuéstrame que no eres capaz de vivir sin mí. – se burlo.
Aminias con ojos llenos de lágrimas, tomo la espada entre sus manos temblorosas.
Era verdad, todo lo que había dicho, había nacido en su corazón, pero había muerto en el de Narciso. Él jamás lo amaría, ni siquiera le daría la oportunidad y no valía la pena una vida sin el ser que amaba.
Así que con la espada de su amado, partió al otro mundo... esperando que un día, Narciso entendiera lo que era el amor.
-Imbécil. – soltó Narciso al ver la sangre manchar su entrada. – Que ser tan despreciable.
Narciso volvió su mirada al hombre que se encontraba junto al cuerpo de Aminias, parecía realmente triste.
-¿Has sido tú, Eros? De nuevo tus flechas me causan conflictos. ¿Cuántas veces debo decirte que me dejes en paz?
Eros levanto la mirada de Aminias pero no miro a Narciso sino a alguien tras él.
-No ha sido Eros esta vez, fui yo.
El rubio se volvió y se cruzo de brazos.
-Anteros.
-Pensé que... su dulzura y su... sinceridad, te podrían traer paz. Si le hubieses dado la oportunidad...
-Entiende... yo jamás podre amar a un ser tan débil como los que has flechado para mí. Todos esos tontos y despreciables seres... no, yo no merezco a ninguno de ellos, ni ellos merecen alguien como yo... así que, déjenme en paz de una buena vez.
Narciso tomo su espada y limpio la sangre de aquel joven que lo amo, con asco y desprecio, entro en su casa azotando la puerta y llamo a los criados para que quitaran el cuerpo y la sangre de Aminias de su entrada.
Y así vivió, despreciando amores, burlándose de los tiernos sentimientos de sus corazones, su orgullo fue tanto que llego hasta el Olimpo y de regreso. Llego hasta el Hades... en donde la diosa alada de la justicia lo percibió.
Némesis escucho cada suplica, cada plegaria y cada lagrima de los corazones heridos por Narciso. Y decidió responder ante los rezos...
-¿Quién está ahí? – soltó Narciso ya harto de escuchar los pasos que lo seguían.
-Ahí... ahí...
-Sal... ahora... - grito hacia el lugar donde sabia que se escondía.
-Ahora... ahora...
-¿Qué...?
La ninfa Eco salió de su escondite... con una enorme sonrisa y con los brazos abiertos, dispuesta a abrazar a su amado.
Pero Narciso la empujo fuertemente hastiado.
-Desgraciado ser... ¿Qué has hecho para que los dioses te castigaran de esta forma? – se burlo.
Eco bajo la mirada, avergonzada.
-Eres por mucho el ser mas despreciable con quien me he topado... deberías ocultarte... y jamás permitir ser vista por ningún otro ser...
Eco se fue corriendo y llorando, destrozada, esta vez no había sido una espada, con las solas palabras de Narciso otra vida habría terminado.
Antes de desaparecer dentro de esa oscura y húmeda cueva, Eco imploro a Némesis porque Narciso recibiera su merecido destino.
Y así fue.
Un día soleado en el que Narciso se encontraba cazando de pronto sintió una insaciable sed. Se acerco a un lago cercano y... se enamoro. Su corazón comenzó a palpitar fuertemente, sus ojos no podían ver nada más. Deseo estar con ese ser... por siempre. Simplemente no pudo concebir mas su vida sin aquel ser.
Se agacho sobre el agua cristalina de aquel lago, engañado por Némesis y decidió obligar a aquel ser a amarlo. Trato de sujetarlo pero no pudo, así que fue en su busca, dentro del agua... se enredo con... su ego... y su orgullo... y no pudo salir de aquel lago...
Narciso murió... él mismo se llevo a la muerte... se enamoro... de si mismo... y el mundo vería esta historia como un símbolo de lo terriblemente inapropiado que es el ego... el orgullo y el amor a uno mismo pero... Narciso murió por si mismo... no fue un ser débil que se suicido por otro ser o que... se hundió en la depresión por el rechazo, Narciso fue orgulloso hasta el día de su muerte y jamás imploro ni suplico a nadie... ni siquiera a los dioses. Y en el Hades, continua siendo quien es... quien fue... un hombre hermoso y orgulloso... que no se arrodilla ante nadie excepto... su propio reflejo.
ESTÁS LEYENDO
Oneshots en el Olimpo.
RandomHalo!!! Querubines hermosos. En este apartado encontraran historias sobre los dioses griegos... mayormente leyendas griegas que yo me puse a cavilar y termine con una historia destartalada que tenía que contar. También habrá algunos capítulos rel...