Los celos del rey dios

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Hera rodo los ojos al ver a su esposo entrar.

Sabía que venía de verse con alguna de esas mujeres con quienes la engañaba. Sabía que era ridículo después de tantos siglos de infidelidades sentirse ofendida, pero no podía evitarlo. Ya ni siquiera eran celos, era simplemente la ofensa. Ella era su esposa, le debía respeto. Ella era la reina.

Zeus se quedo de piedra al verla, ella jamás estaba levantada a esas horas, jamás pensó verla al llegar. Pensaba llegar a hurtadillas y hacer como si hubiese estado ahí toda la noche, como siempre. Aunque ambos supieran la verdad, era más fácil obviarla de ese modo.

-Hera...

-Zeus – soltó la reina como saludo y comenzó a caminar hacia la salida.

El rey dios espero algo nervioso pero ella jamás se volvió, continuo caminando con el rostro en alto sin mirar más que al frente.

Durante todo el día Zeus espero el desborde de cólera que venía siempre que Hera lo descubría en alguna de sus infidelidades pero no llego. Zeus pasó de esperarlo con temor a ansíalo. ¿Por qué no estaba molesta?

-¿En donde esta Ares? Le dije que cenaríamos todos juntos esta noche. – pregunto a quien tuviera alguna respuesta una vez que todos estuvieron sentados a la mesa.

-A tenido asuntos urgentes en Tracia madre – respondió Hebe.

Así que solo estaban ellos cuatro, Ilitia, Hebe, Zeus y Hera.

-Bien, más le vale que venga a darme una buena explicación o yo misma iré por ella. Hace días que no viene a verme.

-Se lo diré madre.

Zeus hizo una mueca, todos sabían que Ares no estaba presente porque él lo estaba. Padre e hijo se detestaban al grado de no querer presentarse en donde el otro estuviera a menos que no hubiera más remedio.

La cena transcurrió con las mujeres hablando sobre cosas que a él no le interesaban, una típica cena familiar, pero algo le sorprendió al rey dios. Hera rio, no solo fue una de esas muecas que trataban de pasar por sonrisa. No, ella realmente rio, con esa dulce carcajada que sonó como un riachuelo.

El rey dios levanto la vista y vio el rostro de su esposa iluminado, con esa hermosa sonrisa en sus labios, y la cabeza un poco hacia atrás. Y un brillo en sus ojos irradiaba aun cundo logro contener la sonrisa.

Su muda sorpresa continuo hasta que la cena termino y todos se levantaron. Zeus siguió a su esposa hasta sus aposentos, llevaba el ceño fruncido y la miraba sin tregua. Algo tenía esa mujer, pero ¿Qué?

La diosa parecía con un inusual buen humor. Y Zeus no podía entender el por qué. ¿No acababa de sorprenderlo siéndole infiel? ¿No debería estar echando fuego por la boca? Si, debería estar furiosa, en cambio ella lucia despampanante y hermosa. ¿Por qué?

Se le ocurrió entonces que su felicidad se debería a una venganza bien ganada. Corrió hasta la sala del trono y llamo a su mensajero.

Reviso cada uno de sus secretos y ninguna de sus mujeres, ninguno de sus hijos ilegítimos parecía en peligro o haber sufrido algún extraño ataque. Entonces ella no había provocado ningún mal.

-Hermes ¿Qué ha hecho Hera esta noche?

El copero lo miro algo sorprendido.

-No lo sé mi señor... yo... he estado ausente.

-Claro, claro... - soltó Zeus dejando que se fuera. Pero antes de que traspasara el umbral lo detuvo. – Mantenla vigilada Hermes.

-Siempre, mi señor. – soltó el alado antes de salir con su peculiar sonrisa.

Oneshots en el Olimpo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora