Del dia en el que Daria supo lo que es.

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Daria jamás había visto a su madre mostrar tantos sentimientos, regularmente el rostro de la reina no mostraba más que serenidad. Esta vez, la pequeña hada vio fuego en sus ojos oscuros.

Daría sabia que lo que había hecho estaba mal, aunque no entendía por qué. No entendía por qué esto era peor que la vez en la que escapó al bosque oscuro por primera vez, o peor que la vez en la que con la ayuda de Circe hizo que el grupo de hadas que la molestaban se convirtieran en cerdas.

Pero esto, este pequeño acto de haber visto y haberse acercado a aquel mortal, había hecho que su madre perdiera el control.

Su madre, dentro de su habitación, mientras ella se encontraba sentada sobre su cama esperando su castigo, caminaba de aquí para allá como si no supiera exactamente qué decir.

-Daria... lo que hiciste... con ese... mortal...

-Lo lamento madre... sé que no debí acercarme a él... ni siquiera me di cuenta... pero descuida, él no me vio...

-Daria... lo que... hiciste, lo que le hiciste hacer... eso... eso se llama... se le llama...

La puerta se abrió y por ella entro el astro rey. Iluminando todo a su paso con su corona de luz. Su mirada era severa, como siempre y esta vez miro a Morinda con preocupación.

La reina suspiro para tratar de tranquilizarse.

Daría miro a Helios con molestia, había sido él mismo quien al verla tan cerca de aquel mortal bajara y la llevara directo con su madre, contándoselo todo.

El astro se acerco y se arrodillo en una pierna para quedar a su altura. Aunque aun así Daria tuvo que mirarlo hacia arriba.

-Daria... tienes que entender que no estamos molestos contigo... - dijo el astro.

-¿Entonces con quien? – pregunto la hadita sin poder pasar por alto que el brillo de su madre era más intenso que nunca.

-Con... las circunstancias... - soltó Helios – sabes que tú... no eres... pues... exactamente igual a las demás hadas...

Daría asintió, con una punzada en el corazón.

-Esto es... algo que habíamos temido durante mucho tiempo, desde el momento en el que naciste sabíamos que este día llegaría, el día en el que... mostraras... habilidades... diferentes...

-¿Habilidades? – Morinda bufo mientras negaba con la cabeza claramente en desacuerdo con Helios.

-Daria tú... eres... no eres por completo un hada, solo eres... mitad hada. Tú otra mitad es olímpica... tu padre es un dios.

Daría no supo exactamente que pensar... tantas veces le había preguntado a su madre por su padre, ella siempre evadió el tema, diciendo que hablarían de eso cuando el momento llegara. Ahora... al parecer el momento había llegado y la pequeña hada se sintió aterrada.

Dios... su padre era un dios...

Toda la vida le habían hablado de los malvados olímpicos, aquellos terribles seres que solo vivían para lastimar y hacer daño. Los Fae los odiaban pues ellos habían sido responsables por la decadencia de su pueblo... Daria, con dolor, entendió por que el resto de las hadas la despreciaban... y un alivio la embargo... al menos sabía que no era ella la causante, sino su lado olímpico lo que ellas detestaban.

-Daria... lo que hiciste hoy con ese mortal, se le llama inspirar. Es hacerlo tener... deseos de crear... lo que ellos llaman arte.

-¿Arte?

-Escriben versos que riman, pintan en un lienzo con diversos colores, componen canciones. Daria... eres una musa.

-¿Una musa?

-Es una... diosa... capaz de inspirar a los mortales a crear arte... - Helios se levanto y miro a Morinda. – Podría ser peor.

La reina lo miro unos segundos y asintió.

-Déjanos solas, por favor.

Helios asintió y salió de la habitación. Morinda había recuperado un poco de compostura, su rostro lucia pacifico de nuevo. Se sentó junto a ella en su cama y tomo sus manitas entre las suyas.

-¿Soy... una de ellos? Los barbaros...

-No cariño... no lo eres... pero... una parte... una muy, muy pequeña parte de ellos... esta dentro de ti. Es inevitable... y... tendrás que aprender a... luchar.

-¿Luchar?

-Si Daria... luchar contra esa parte... olímpica que te querrá obligar a... ser como ellos.

-¿Malvada?

Morinda acaricio el rostro de su hija y sonrió.

-Pero tú, mi pequeño rayo de luz, eres más fuerte. Eres mucho más fuerte que esa... parte olímpica dentro de ti. Sé que podrás hacerlo, se que podrás ganarle...

-¿No podre volver a... inspirar? – pregunto recordando lo bien que se sintió al haber inspirado a aquel mortal aun sin saberlo. Jamás lo diría pero moría por hacerlo de nuevo, jamás había sentido tanta paz, tanta felicidad, se había sentido completa al inspirar, como si le hubiesen crecido un par de alas.

-No, Daria. – soltó su madre con seriedad. – Sabes que está prohibido acercarse a los mortales y más aún para... - una mueca de asco cruzo por su rostro. – inspirarlos... como si fueras una simple musa... no lo eres.

-Pero Helios...

-No importa lo que él dijo, escúchame ahora, Daria. Eres un hada, no más que eso. Eres mi hija, y eres fuerte... lucharas contra esa... pequeña, parte olímpica y ganaras.

Daría asintió, sintiendo una tremenda tristeza y culpa al querer ir contra las palabras de su madre.

-¿De acuerdo? – preguntó la reina viendo su resistencia.

-Sí, madre.

Morinda le sonrió con dulzura y se levantó, pero antes de que abandonara la habitación la niña volvió a hablar:

-¿Quién es? Mi padre... ¿Cuál de ellos es?

La reina ni siquiera se volvió, en el umbral de la puerta respondió:

-Eso no importa... jamás lo conocerás.

Salió de ahí, dejando a la pequeña hada, mitad olímpica, sola... tan sola.

Daría se hizo un ovillo en su cama e imagino lo que sería ser un hada completa, o una diosa completa.  

Oneshots en el Olimpo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora