El Olimpo era muy extraño. Demasiado extraño, había tantas reglas, había tanto caos, y él, un simple granjero, ¿Qué hacia ahí? Todos parecían enormes y malvados, él era solo un niño. Solo quería regresar a casa, con su madre, merendar pastel de miel todos los días y dormir cuanto quisiera.
Escuchaba en su cabeza las palabras de Zeus "no salgas de los límites del bosque, desde los arboles de granadas hacia allá, está prohibido" Hermes frunció el ceño. ¿Prohibido? Le demostraría que no había nada prohibido para él, y menos con su nuevo casco y sandalias, después de todo, ¿Qué cosa podría lastimarlo si volaba? Y no solo volaba, volaba más rápido que cualquier ser vivo en el mundo.
Continúo dirigiéndose hasta el límite del bosque y mas allá, en realidad no pensaba decirle a Zeus que había salido y no tendría que saberlo, nadie se lo diría. Él no se lo diría, el bosque no se lo diría, no, sin dudas, jamás se enteraría. Además, solo buscaba un regalo para su madre, no había daño en eso.
Todo lo que había encontrado en los templos era demasiado ostentoso, su madre no usaba joyas así, no significaba que no les había encontrado un buen uso, o un buen precio. Pero ese no era el caso, el caso era que necesitaba algo para Maya, porque iría de visita pronto y no llegaría con las manos vacías.
Vio a lo lejos un manzano. Sus ojos, literalmente brillaron. No era un manzano común, este daba las manzanas doradas. Literalmente de oro. Ni siquiera los olímpicos tenían manzanas de oro. Su madre estaría orgullosa de él. Jamás se preocuparían de pasar hambre porque tendría literalmente oro creciendo en su jardín.
No era que hubiesen pasado hambre jamás. Desde que Hermes nació, se había encargado de que su madre tuviese todo lo que necesitaba, claro, a veces acarreaba algunos problemas pero siempre salían impunes.
Hermes rodeo el árbol rápidamente arrancando unas cuantas manzanas, preguntándose si se plantarían como cualquier manzana para que el árbol creciera.
Escucho una vocecilla chillona y se volvió pero no vio a nadie. Pensó que tal vez sería su imaginación y volvió a su tarea.
De nuevo, una voz que lo llamaba ladrón.
De nuevo se volvió pero no vio a nadie, comenzó a volar más bajo, cerca del suelo, buscando a quien quiera que fuera.
Sintió un viento frio en su nuca, se volvió tan rápido que nadie se hubiese dado cuenta, ni siquiera el viento lo hubiese sentido.
Vio un manchón, un borrón blanco. Frunció el seño, ¿Qué podría ser eso?
De nuevo, el borrón pasó por su costado y se tambaleo. Hermes estaba con la boca abierta, esa cosa, lo que sea que fuese era tan o más rápido que él.
Volvió a pasar por su costado susurrando un "ladrón"
-Espera – grito con todas sus fuerzas. - ¿Qué eres?
El borrón se detuvo justo frente a él. Era un niño, justo como él, llevaba el cabello blanco, largo y lacio. Aunque Hermes noto que sus orejas eran puntiagudas pues sus mechones lacios las dejaban al descubierto.
-Yo, soy un elfo. ¿Tú que eres, además de un ladrón?
-Soy un humano.
-Mientes.
-No.
-Sí.
-No.
El niño lo miro molesto. Al parecer no le agradaban las mentiras. Dijo algo en un lenguaje extraño que Hermes supo era malo por la mueca que el chico hizo.
ESTÁS LEYENDO
Oneshots en el Olimpo.
RastgeleHalo!!! Querubines hermosos. En este apartado encontraran historias sobre los dioses griegos... mayormente leyendas griegas que yo me puse a cavilar y termine con una historia destartalada que tenía que contar. También habrá algunos capítulos rel...