El dia en el que el corazón de dos dioses se quebró.

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Atenea sintió su corazón oprimirse al verlo tan frágil. Aunque él no se mostro más que sereno y orgulloso, ella sabía, todos sabían que la vergüenza lo carcomía.

Estaba en el centro de los asientos de los doce. Como si fuera un criminal. ¡Ese juicio era estúpido! ¡Por los dioses! Él era uno de ellos, de los doce, además que todos sabían lo que Afrodita era.

Atenea se obligo a calmarse, suspiro hondo y apretó los puños.

Miro de reojo a Afrodita sintiendo unas inmensas ganas de saltar y estrangularla.

La diosa lujuriosa estaba sentada en su puesto con cara de afligida. Atenea sabía que era todo una gran farsa. Ares no la había obligado a nada. Todos lo sabían, pero ¿Cómo debatirlo cuando el mismo Ares lo aceptaba?

Y ahora lo enjuiciaban como a un criminal. Ares era tantas cosas, violento, tonto, explosivo, pero jamás ultrajaría a una mujer. Ni siquiera lo necesitaba, no como el estúpido de Hefesto, que lo había intentado con ella.

Atenea resoplo. Llena de furia contenida podrá ir y ganar una guerra ella sola en ese momento.

Ares se mantuvo ahí. En silencio, y acepto su castigo con un asentimiento.

Antes de salir miro a Afrodita quien se volvió fingiendo no verlo. Atenea pudo ver el dolor en sus ojos dorados y tembló de rabia.

Esa... ¡zorra!

No lo merecía. Jamás lo había merecido, y ahora, lo desechaba... porque simplemente ya no lo necesitaba. La guerra de Troya había acabado, y Atenea tan molesta con él por ponerse en el lugar que ocupo solo... por complacer a Afrodita no lo pensó antes de clavarle esa lanza en el vientre.

Lo lamentaba, realmente lo hacía, aunque no se disculparía.

Los doce, en este caso once se levantaron.

Atenea no había sido la única en oponerse a castigarlo pero ante las palabras de Ares no había mucho que hacer.

"He sido yo, yo obligue a Afrodita a... estar con migo – había bajado la mirada cuando había dicho esto, como si le doliera tener que decir que lo que paso entre ellos fue una equivocación, o algo malo, claramente para él no estaba mal amar a esa mujer – cargare con la culpa, y con mi castigo"

Claro estaba que la protegía. Hefesto estaba furioso después de haberlos hallado en pleno acto. Atenea hizo una cara de asco al pensarlo. Miro a Hefesto quien consolaba a una Afrodita "contrariada"

Y el castigo... una batalla.

Nadie pensaría que era un castigo, no para el dios de la guerra, pero...

Ni Ares mismo podría con esta batalla él solo.

Ares solo, para encarcelar en el tártaro a los titanes que quedaban aun sobre la tierra.

Atenea lanzo un grito ahogado cuando llego a su templo. Lo matarían, ni siquiera un dios podría sobrevivir a esto.

La diosa de la sabiduría por primera vez, no encontraba la solución.

Así que hizo lo que cualquier mujer desesperada haría...

-Afrodita, tienes que hablar con la verdad. Ares morirá.

Afrodita la miro, sin un ápice de algún sentimiento en sus ojos.

-Lo has oído tu misma Atenea. Él mismo ha confesado que me... forzó.

-¿Tantas veces?

-Yo... calle por miedo a la guerra misma. ¿Tu acaso no le temes? Es tan... primitivo.

Oneshots en el Olimpo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora