La princesa del Olimpo

1.2K 89 15
                                    


Su rostro siempre amable mudo por primera vez a ira.

Cualquiera que la conociera diría que era la más dulce, la más amable, la más justa, la más cordial, la princesa del Olimpo. Pero esa tarde, Ilitia frunció su ceño y el cielo cimbro, y la bastarda más reciente de Zeus tuvo toda la culpa.

Zeus jamás había visto furia en el rostro de su princesa, por lo que fue muy comprensible que se pusiera en guardia de inmediato. Si alguien había osado siquiera insultarla...

-Ilitia... ¿Qué sucede cariño? – pregunto Zeus en cuanto ella estuvo lo suficientemente cerca.

-¡Padre! – su voz... su voz sonaba como...

Hera llego al salón del trono con paso veloz.

-Ilitia, querida, ¿qué sucede? – pregunto preocupada.

Artemisa llego después. Con el rostro compungido y algo asustada. Ella había nacido apenas hacia unos días y a pesar de haber nacido ya adulta, su mente aun era bastante infantil.

La mirada de Hera se fue hasta la joven bastarda. Zeus vio la sombra en sus ojos y tomo su brazo antes de que esta hiciera algo más que lanzar cuchillas con sus ojos.

-Madre... tengo que hablar con el rey... te ruego nos disculpes.

El silencio que siguió le pareció eterno a Zeus, jamás, en los siglos que tenia Ilitia lo había llamado de otra forma que "padre".

Incluso Hera dio un paso atrás.

-Ilitia... ¿estás segura de que...?

-Madre, déjanos. – y lo dijo con tanta convicción que ni siquiera la reina protesto.

Hera comenzó a caminar hacia la puerta y estaba a punto de sacar a Artemisa cuando Ilitia soltó un:

-Déjala, esto le incumbe.

Zeus estaba sentado en su trono, pero era obvio que él no era quien comandaba esa discusión.

-Lity ¿Qué sucede amor?

-Yo solo le comunique tu orden, padre. – soltó Artemisa con voz delgada.

Zeus asintió. Sabía a donde iba dirigida la furia de su hija.

-Señor... yo soy la diosa de los partos. Lo he hecho perfectamente bien durante los siglos que lo he sido, pase los primeros años de mi vida bajo la tutela de Cloto en el mismísimo Hades, lugar al que pocos se atreven a entrar, incluidos dioses... No asentiré que esta nueva bastarda comparta mi designio.

Zeus asintió, pensativo.

-Artemisa... ayudo su madre a parir a su hermano, Lity... ella solo quiere...

La carcajada de Ilitia resonó por aquel lugar. Una fría carcajada que Zeus jamás le había escuchado.

-Ella nació, porque YO lo permití. Nació porque yo tuve misericordia de su madre y decidí pisar aquella mugrienta isla.

-Yo solo quiero ayudar... - soltó Artemisa detrás de ella casi con un susurro. -Yo pensé que al ser hermanas podríamos compartir el designio sin ningún problema...

Ilitia se volvió hacia ella y Artemisa pudo ver la misma mirada de Hera.

-Escúchame niña, y escúchame bien porque no volveré a dirigir mis palabras hacia ti. Tengo tres hermanos... hijos legítimos de la reina y el rey del Olimpo, tú eres una más de los bastardos del rey, y jamás, serás más que eso. Rétame de nuevo y te devolveré al vientre de tu miserable madre, ¿te ha quedado claro?

Artemisa asintió con rapidez comprendiendo que dentro de aquella dulce diosa corría la sangre de Hera.

-Lity cariño... no... no compartirás tu designio claro esta... yo... es que Artemisa no me entendió. Ella asistirá los partos pero de otra forma... ella ayudara con...

-Atenderá los partos de los animales. – soltó Ilitia sin dejar de ver a la cazadora.

Los ojos de Artemisa se abrieron enormes. Zeus rechino los dientes.

-He escuchado que adoras a los animales del bosque ¿no es cierto? Bien, ayudaras atendiendo los partos de las bestias que luego cazaras. Me parece perfectamente adorable, ¿No crees, padre?

Zeus asintió.

-Si cariño... Artemisa, atenderás a los bebes de los animales, ¿no crees que será muy divertido?

Artemisa asintió cabizbaja, sabiendo que no podía objetar.

La cazadora hizo una reverencia y salió del templo corriendo.

-Lity, mi niña...

-Vuelve a intentar poner a uno de tus bastardos sobre mí... y olvidare que soy tu hija, Zeus.

La mirada de Ilitia era seria y Zeus supo que sus palabras eran verdaderas.

-Yo jamás haría algo así, tú eres mi princesa, la niña de mis ojos. Jamás, jamás pondría a nadie más sobre ti, mi precioso lirio.

-No me retes padre... recuerda quien soy... no me autodenomine la diosa de los partos solo por ser tu hija, pase entrenándome con las moiras muchos años junto a la misma muerte y el destino. Yo soy vida y puedo decidir darla o no.

Zeus por primera vez vio a Ilitia como una diosa y no como su princesa. La vio como a la poderosa diosa que era y jamás lo olvido.

Detrás de la puerta Hera escuchaba todo con lágrimas en sus ojos. Lagrimas de orgullo pues su hija mayor acababa de convertirse en mujer. 

Oneshots en el Olimpo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora