El plan de Hefesto

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Zeus se inclino un poco hacia adelante en su trono. Hefesto, como se hacía llamar aquel hombre, o dios, como él aseguraba ser, estaba frente a él exigiendo ser subido al Olimpo, exigiendo un designio, un lugar entre los dioses y... La mujer más hermosa del Olimpo.

Bueno eso último no se lo daría, le podría dar a alguien más pero Hera era suya, sin duda. Aunque dudaba que fuese Hera a quien Hefesto quería dado que la había inmovilizado en aquel trono de oro desde hacía horas.

-Asi que... Hefesto... - soltó Zeus después de haber pensado durante un muy buen tiempo - ¿Por qué habríamos de creerte? No nos quieres dicir de quién eres hijo ni de dónde vienes, ¿Debemos simplemente confiar en tu palabra?

Hera estaba junto a él, atrapada en ese maldito asiento. Hefesto lo había enviado como regalo a la reina de los dioses, era el obsequio más hermoso que ninguno de ellos hubiera visto, Hera se sentó en él y cuando lo hizo, no pudo volver a levantarse, fue cuando la desesperación lo había consumido, cuando Hefesto apareció ante él exigiendo todo aquello, alegando ser un dios como ellos, pero... ¿Como creer aquello cuando nadie había conocido jamás a ese hombre?

Hefesto levanto la mandíbula con altanería y Zeus vio... Una mirada conocida...

-Ella - Hefesto levanto la mano y señaló a Hera - ella, es mi madre. La mismísima reina de los dioses.

Un suspiro de sorpresa fue todo lo que se escuchó en el salón del trono, todos los dioses que estaban ahí escuchando, comenzaron a murmurar.

Zeus entro en cólera pero no dejo que se notará. Simplemente apretó los reposabrazos de su asiento hasta que crujieron.

-¿Estas insinuando que mi esposa me ha sido infiel?

-Eso no lo sé - soltó Hefesto, cuando había llegado los dioses se habían reído de él pero ahora todos lo miraban con sorpresa y una pizca de respeto - yo solo se que salí de sus entrañas. Que soy su hijo.

Zeus miro a Hera. Ella no lo miraba, miraba a Hefesto con un odio profundo.

-Dejenos - soltó Zeus - salgan todos.

Hefesto vio salir a todos los dioses aún murmurando y mirándolo con el rabillo del ojo.

-Asi que no la dejaras ir hasta que te dé un lugar aquí, en el Olimpo, te nombre uno de los doce principales y... Te case con la mujer... Más bella del Olimpo.

Hefesto asíntio.

-Hera, ¿tienes algo que decir?

-Matalo - fue lo único que Hera dijo.

Hefesto la miro y sonrió.

-Si yo muero. Te quedarás ahí para siempre, madre.

-Matalo, Zeus - volvió a decir Hera.

Zeus la miro se rindió ante la verdad.

-Sal Hefesto, hablaré con mi mujer.

Hefesto dudó pero al final se dió la vuelta y salió renqueando del salón. Hera y Zeus se quedaron solos y en silencio.

Zeus se levantó, camino hasta estar frente a ella y la miro, Hera no le devolvió la mirada, lucía... Avergonzada.

-¿Y bien? No puedes negar que es tu hijo. Tiene tu misma mirada.

-No es cierto, sus ojos son negros.

-Cierto... Pero tienen esa chispa de ingenio, inteligencia, astucia y coraje que caracteriza a la tuya. Además, es obvio que tiene tu resentimiento y valentía. Mira que venir a retarme a mi... -Zeus rio - solo dos personas se han atrevido a retarme Hera, Hefesto recientemente y... Tú. Así que habla ya.

Oneshots en el Olimpo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora