Capítulo 29.

56.3K 3.1K 45
                                    

-Piénsalo Jessica, a mi lado serás más feliz, sin sufrimientos y sin discusiones -dijo Marck tocando mi mejilla suavemente.

-No lo sé Marck, cuando salga mi hijo de este hospital te lo diré -le sonreí.

Llegó la enfermera, quien extrañamente se me hacía muy conocida, trayendo una bandeja con comida, posándola en la mesita de alado. Consistía en arroz, bistec y verduras, con un jugo de piña y de postre, un delicioso flan. Al segundo la devoré, tenía un hambre voraz.

-¿Cómo está mi princesa? -preguntó entrando mi papá.

Traté de sonreír-. Si a mi hijo lo tuviera en mis brazos, estaría en perfecto estado.

-Mi cielo -acarició mi mejilla-, agradece a dios de que tu hijo sigue vivo y que en cualquier momento se podrá recuperar.

Quedé pensativa ante sus palabras y lo cierto es que tenía mucha razón, soy una egoísta, hay madres que desean que sus hijos vivan y se recuperen, pero no lo logran.
Mi hijo prácticamente está bien, sólo nació antes de tiempo y agradezco a dios por eso.

-Tienes razón, papá -besó mi mejilla con cariño-. Papá, ¿Puedes llevarme a ver a mi hijo?

-Claro que sí, hija -me acomodó en la silla de ruedas que se encontraba allí y salimos de la habitación.

Una enfermera nos llevó hasta los cuneros y con la mirada traté de reconocer o darme una idea de cómo es, pero no lograba imaginarme a nadie.

Nos detuvimos delante de una incubadora y ahí enfrenté de mi vi lo más hermoso que pude haber visto en toda mi vida. Mi bebé era pequeño y tenía una nariz respingada, sus mejillas estaban sonrojadas y sus manitas eran lo mejor, le dije a mi padre que me dejará a solas con él y accedió.

-Mi amor -lo llamé y acaricié la incubadora como si lo estuviera tocando a él-, eres lo más hermoso que he tenido en mi vida. Anhelo tenerte en mis brazos, darte besos, cantarte canciones para que duermas y sobre todo, que éste tiempo que estés aquí se pase rápido.

Ya tenía lágrimas en los ojos-. Eres mi niño precioso, contigo aprenderé muchas cosas, a lo mejor soy un poco joven para tener un hijo pero, siempre un bebé llega para alegrar la vida, me enseñarás todo lo bueno que hay en ella, el poder darte de comer, verte dar tus primeros pasos, tu primera palabra, tu primera risa. Recupérate pronto, yo siempre vendré a verte. Dicen que la voz de la madre ayuda mucho y por eso estoy aquí para darte muchas fuerzas para que te mejores.

La incubadora tenía unos pequeños agujeros por donde respiraba mi bebé, metí dos dedos y agarre la pequeña mano de mi hijo, sentí sus dedos envolver los míos y vi el asomó de una pequeña sonrisa.

-Usted lo ayudará en que se recupere -dijo la enfermera.

-Sí -tocaron la puerta y la enfermera abrió, yo seguía prestándole atención a mi hijo.

-Es precioso -oí la voz de quien menos quería ver.

-¿Qué haces tú aquí? -pregunté sin voltearme.

-Es mi hijo, tengo derecho a verlo -se encogió de hombros y se acercó hasta donde me encontraba.

Me quedé en silencio, dándole la razón, seguí contemplando a la preciosidad que tenía ante mis ojos para calmarme.

-Jessica, lo siento, sé que he cometido demasiadas estupideces -lo miré y él continuó -. Te pido perdón por siempre cagarla, esa nunca fue mi intención, sólo que contigo no sé qué me pasa. Mañana me iré de viaje a Londres por negocios de la empresa y no sé cuando volveré, no me quería ir sin antes pedirte perdón y decirte cuanto lamento todo lo que he hecho.

Mi vista estaba clavada en el piso y de mi boca no salía ninguna palabra, tenía un nudo que no me permitía hablar.

-Adiós pequeño, mañana vendré a verte antes de irme -esas palabras iban dirigidas a mi bebé-. Jessica -me llamó y lo miré con los ojos vidriosos.

-¿Qué? pregunté muy bajo.

Se acercó hasta mí y se puso a mi altura, miraba mis ojos y de ahí a mis labios.

-Regresaré cambiado Jessica y volveré, dispuesto a todo -susurro y en segundos, sus labios estaban dándome un beso único, saboreando por última vez el sabor del otro.
Ya no soportaba más, me dejé llevar, dejé que mis lágrimas corrieran libremente por mis mejillas y lo atraje hacia mí.

-No llores, Jessica nos veremos muy pronto.

Esas palabras se repetían una y otra vez en mi cabeza.

Matrimonio a cambio de Dinero I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora