Capítulo 25.

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Estaba atónita, en grande, brillante y claramente sobresalientes, estábamos Christian y yo, con imágenes pequeñas alrededor donde nos tomaron cuando salía con Christian.

Seguí ojeándola, hasta que una imagen me impacto más que lo anterior.

-¿Qué es esto? -susurré inconscientemente, tan bajo que pudieron escucharlo.

-¿Qué cosa Jessica? -preguntó Christian desde su lugar.

-Esto -respondí, estampándole la revista en su cara. .

Christian abrió los ojos como platos viendo el contenido, negaba con la cabeza antes de levantar su mirada y mostrarme su cara nerviosa y suplicante.

-Yo puedo explicarlo, de verdad Jessica.

Ya no soporté más, ¿Quién se creía que era? Exploté, exploté como nunca lo había hecho.

-¿Para todo tienes explicaciones? ¿O más bien son justificaciones? Ya Christian, estoy harta. Soporté lo de Lucía, el verlos besándose, el que te hayas ido por meses. Y ahora regresas y veo esto -señalé el objeto de mi ira, tratando de contener mis lágrimas-, soy demasiado estúpida para seguirte creyendo, pero ya no más Christian -agarré mi bolso y abrí la puerta-. Olvídate de que existimos, no quiero saber más de ti. He aguantado suficiente tus idioteces y no quiero que mi hijo crezca en éste ambiente. Mi abogado te contactará para el divorcio y esta vez lo digo en serio- salí de ahí con un portazo, y fui directamente al ascensor.

Contuve las lágrimas hasta que llegué a mí casa, subí lo más rápido que pude las escaleras y me encerré en mi habitación.

Estoy harta de Christian, de Lucía, de lo mentirosos que son los dos, que Christian siempre me decía una cosa y hacía otra. Al final comprendí que estoy enamorada como una idiota de él pero, por más que lo quiera ya no aguantaré más humillación, me divorciaré de él y seguiré con mi vida, alado de las personas que sí valen la pena.

Dejé que mis lágrimas corrieran libremente por mis mejillas. En ese instante entró mi madre que al verme así, fue corriendo hacia mí.

-¿Qué tienes cariño? -preguntó con esa voz dulce de madre preocupada.

-Es Christian, mamá -dije entre sollozos.

-¿Qué te hizo ahora?

-No quiero hablar ahorita de eso, sólo quiero que llames al abogado y le digas que quiero el divorcio cuanto antes.

Mi madre asintió y quitó mis lágrimas, consolándome hasta caer dormida en sus brazos.

Hoy era sábado, ¿Saben lo que significa? Sin tener la necesidad de levantarse temprano. Seguía acostada jugando con mi celular y mi padre entró.

-Hija arréglate, vamos a salir a desayunar -dijo depositando un beso en mi frente.

-No papá, mi bebé y yo queremos estar en cama todo el día.

-No seas floja rió ante mi puchero.

-Mira, ¿Bebé verdad que quieres que tu mami descanse?

Agarré la mano de mi padre y la puse en mi barriga, si daba una patadita era que sí y si no, era lo contrario.

-¿Ves? Quiere que te levantes y le des de comer- contestó mi padre al no obtener respuesta.

-Eres un traidor hijo.

Con pereza me levanté y fui a la ducha a ver si me desperezaba un poco. Enjaboné mi cuerpo y después aclaré la espuma. Me encantaba el rico olor que desprendía mi cabello recién lavado.

Me puse mi ropa interior y fui a mi armario. Opte por unos jeans beige, una blusa azul marino y unos zapatos de piso. El cabello me lo ondule y solo me maquille con un poco de rubor y brillo labial.

Bajé las escaleras y ahí me esperaban, salimos riendo por un chiste muy malo que había contado mi papá.

Llegamos a un restaurante y preguntamos por la reservación. Nos guiaron a nuestra mesa y tomamos asiento. Pedimos de desayunar y esperamos a que lo trajeran.

-¿Por qué hay tantas sillas? -pregunté.

Y mi pregunta quedó en el aire ya que llegaron los padres de Christian y por supuesto, él.

-Hola linda -me saludó su madre con la amabilidad por delante como siempre.

-Hola señora respondí tratando de sonreír y no sacar una mueca.

Desayunamos en un ambiente tenso después de los saludos.

-Buenas -saludó un hombre como de cuarenta años, trayendo unos documentos en las manos. Mi padre lo saludó como si ya lo conociera.
Fruncí el ceño.

-Bien, el motivo por el que estoy aquí es por el divorcio de Jessica y Christian.

Todos en la mesa quedaron en silencio y el abogado siguió hablando.

-Normalmente se tiene que esperar un año, pero como solo faltan dos meses podemos apresurar las cosas.

Sacó unos papeles y me entregó una hoja a mí y otra a Christian. Dubitativa firmé donde me había indicado.

-No, yo no firmo -dijo Christian cuando le correspondía.

Todos quedaron sorprendidos.

Matrimonio a cambio de Dinero I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora