Capítulo 33.

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Enfrenté mío se encontraba Lucía, que venía hecha un asco. Tenía todo el cabello enmarañado, manchas en la piel. Se le veía grasoso el cabello y se parecía que no se había bañado en días.

-Lucía, ¿Qué te pasó? -pregunté preocupada.

-Ahorita te explico -dijo Lucía difícilmente y con la voz rasposa.

-Papá, ¿Podrías traerme un vaso de agua? Por favor -le supliqué con la mirada.

-Sí hija, ahora vuelo -le echó una última mirada a Lucía y se fue.

-Ahora sí ¿Qué es lo que te pasó? -tomé asiento en el lugar de mi padre y esperé a que contestará.

-Un ex novio mío está loco y ha intentado matarme, me vigila en cada segundo. Mis padres ya contrataron seguridad pero aun así se mete a mi casa -le costaba hablar-. Hace días me salí de mi casa, no quería seguir ahí y viviendo ese martirio -se le empezaba a entrecortar la voz debido a las lágrimas, cada cosa que me decía no lo podía creer.

- Lucía y ¿Por qué jamás fuiste a mi casa a buscarme?, si necesitabas ayuda podías contar conmigo. ¿Haz comido? -pregunté angustiada.

-No, ni siquiera me he dado una ducha -dijo señalándose.

-¿Cuántos días llevas fuera? -me acerqué a ella y le di un abrazo.

-Una semana -susurró.

-Oh Lucía, cuanto lo siento. Mientras que todo eso se pasa, vamos a mi casa a que te des una ducha y comas.

Lucía asintió y se puso de pie, salimos de la oficina de mi padre.

-Papá, lo siento, hoy no puedo trabajar -le dije, depositando un beso en su mejilla.

-No te preocupes hija, Beatriz me ayudará -me sonrió y yo asentí. Me despedí de Beatriz y fuimos hacia el elevador, bajamos hacia al estacionamiento. Subimos al auto y emprendí viaje a la casa.

-Puedo hacerte una pregunta -dijo Lucía, la miré por unos segundos y asentí.

-¿Por qué tienes una silla de niños en el auto?-preguntó frunciendo el ceño y con la mirada baja.

-Después te explico, ahora lo importante es que te duches y comas -sonreí y clavé la vista enfrente, no quería tener ningún accidente.

Llegamos a casa y abrí la puerta de entrada.

-Abby -la llamé.

-¿Qué pasa, niña? -preguntó Abby saliendo de la cocina.

-Podrías preparar unas enchiladas y un rico caldo de pollo, por favor -Abby miró detrás de mí y asintió, estamos en México así que esos platillos son una delicia.

-Sí, claro que sí -sonrió y regresó a la cocina, subí las escaleras seguidas de Lucía y abrí la puerta de la habitación de invitados.

-Lucía, ahí está el baño -señalé una puerta-, Ahí está todo lo que necesitas, si quieres descansar un poco, ahora te traigo ropa.

-Gracias Jessica, no merezco esto por lo que hice hace unos años.

-Eso ya queda en el pasado, anda dúchate, no tienes nada que agradecer -le sonreí y salí de la habitación, entre a mía y saqué de mi armario unos jeans ajustados y una blusa blanca de encaje, con unos zapatos negros. Agarré mi perfume favorito Ralph Lauren y unos aretes pequeños, salí de mi habitación y entre a la de Lucía, dejé las cosas en la cama y salí para que se pudiera cambiar.

Bajé las escaleras y fui directamente a la cocina que por cierto, ya olía delicioso.

-Hola nana -sonreí y tomé una botella de agua.

-Hola mi niña, ¿Qué pasa con esa muchacha? -dijo curiosa, mi nana así es, le encanta el chisme.

-Un ex suyo intenta matarla y se salió de su casa para que dejara de molestarla, lleva días en la calle, sin comer y sin ducharse -respondí con cierta expresión de preocupación.

-Oh, eso suena terrible -dijo mi nana, cubriéndose la boca con una mano por la sorpresa.

-Sí.

Me senté en el comedor y esperé a que Lucía bajara.

-Hola -saludó Lucía mientras se sentaba.

-Hola, voy por la comida -le sonreí y me levanté.

Treinta minutos después ya habíamos acabado de comer y no es por nada pero a mi nana le quedan deliciosas las enchiladas y el caldo.

-Estoy satisfecha, no creo que pueda comer más -Lucía se tocó la barriga como gesto, yo reí.

-Me alegro -iba a seguir hablando pero fui interrumpida por mi celular.

-Hola -contesté.

-Querida,Matt se ha puesto mal, dice que le duele mucho la barriga -dijo Melina preocupada, me levanté de un salto.

-Ahora mismo estoy ahí -dije y corté la llamada-. Lucía en una hora regreso, tengo que ir a la casa de la señora Mel, nos vemos después y no se te ocurra salir de aquí, cualquier cosa ahí está mi nana y mi madre -dije alterada, agarré las llaves de mi auto y salí de ahí dando un fuerte portazo.

Matrimonio a cambio de Dinero I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora